lunes, 16 de octubre de 2017

PALMA DE MALLORCA O... CUANDO LA MARATÓN NO PERDONA

Para afrontar una maratón de manera "digna" hay que hacerlo con responsabilidad, seriedad y buena preparación y yo, esta vez, no reunía ni el 50% de esas premisas que pienso deben darse.
Me pudo más la ilusión por el viaje, el lugar y el halo de misticismo que rodea a la Maratón que el conocimiento y eso hizo que me presentara en la línea de salida sin unas garantías mínimas de poderla, si quiera, finalizar.
Obviamente, esto, uno que ya es un poco "zorro", se lo guarda para él, porque tampoco hay que preocupar a los que te rodean y a veces, piensas en que puede haber un milagro y que ese día "suene la flauta"...pero esta vez no me dio el cuerpo ni para hacer sonar una nota.
Hasta Palma de Mallorca bajamos, desde Lérida, cuatro compañeros del Club.
Enrique, Miguel Ángel y D.José María Chéliz , con el que he tenido el, para mí, lujo y honor de poder compartir mis tres últimos viajes a maratones (Málaga, Budapest y ahora Mallorca).
Persona, José María, a la que cada día admiro y aprendo, o lo intento, más, por su envidiable optimismo e ilusión, sus amplios conocimientos en multitud de temas, su exquisita educación y su saber estar allí donde vaya...todo un señor.
El sábado estuvimos pateando de lo lindo por Palma y a última hora del día mi cuerpo me lo recordaba.
Estaba muy cansado físicamente y sentía molestias en el gemelo izquierdo y en el pie derecho...mal presagio.
Tras la cena y "apretarnos" un pacharán nos vamos a la cama.
Cinco de la mañana, suena el despertador, me levanto, y al poner pie a tierra siento que las molestias persisten...mal fario.
A las seis bajamos a desayunar.
Pan tostado con aceite y sal, jamón york, queso, zumo de naranja, algo de bollería y un par de cafés, son el combustible que le echo al cuerpo.
Tras subir a la habitación , cambiarnos y cerrar maletas, nos vamos al autobús que nos va a llevar hasta la zona de salida, en el Paseo Marítimo, bajo el incomparable marco de la Catedral de Palma.
La temperatura es excepcional, 18º a las ocho de la mañana marca el termómetro del bus y la previsión es que, horas más tarde, se superen los 26º....habrá que tener muchísima precaución e hidratarse bien.
Tras hacernos las fotos previas para el recuerdo y dejar las bolsas en el guardarropía nos dirigimos a los cajones de salida.
Esta vez, voy a participar, como atleta federado que soy, en el Campeonato de España de veteranos, aunque sé que no dignificaré esa condición.
Es por ello que podré salir desde el primer cajón de salida y evitaré los "apretujones" y agobios típicos de los primeros momentos.
Cinco minutos más tarde de las nueve de la mañana se da la salida y esa cabeza de carrera sale rapidísima.
Si mi idea previa era ser conservador...con las molestias que tengo y el "acojone" que llevo , se han multiplicado.
Pongo un ritmo que sea cómodo para mí, dentro de lo que cabe, e intento disfrutar del ambiente de esos primeros momentos de la carrera que siempre son muy emocionantes.
El paso por el primer kilómetro es en 4'40", algo que tenía previsto y que es a lo que quería ir.
El circuito es a dos vueltas, por tanto, esta primera vuelta servirá de aprendizaje para saber lo que nos espera cuando regresemos con 20 kilómetros más en las piernas.
Vamos, siempre, con el mar al lado izquierdo y sobre el kilómetro cinco hay que subir un primer repecho antes de llegar a la entrada de un puerto y hacer un primer giro de 180º.
El paso por el 5 lo hago en 24'00" justos.
Ahora toca descender y continuar, por donde hemos venido hasta las proximidades de la zona de salida/meta donde estará ubicado el kilómetro 10.
Este paso, lo hago un poquito más rápido que el primer "cinco mil", 47'33".
De momento, mis sensaciones físicas no son del todo malas, pero ir con tan poca seguridad y confianza no me gusta en absoluto.
Vamos por la Avenida del Paseo Marítimo, pasando justo en paralelo por toda la zona de salida/meta.
El numeroso público, la música y los speakers "voceando" te suben el ánimo y la motivación,pero...esto no acaba aquí y nos tenemos que alejar de allí.
Ahora, tras hacer otra corta pero durilla subida, nos dirigimos hacia toda la zona del casco antiguo de la ciudad.
El adentrarnos por la parte antigua de Palma es muy atractivo, aunque en muchas calles, el firme sea adoquinado y haya que buscar los laterales para no castigar en demasía los pies.
El kilómetro 15 está justo bordeando la Catedral y aunque tampoco te puedes deleitar mucho, es maravilloso poder contemplar el mar en lontananza desde lo alto.
Por las calles de Palma me tomo mi primer gel Biofrutal para que no me quede sin nada en el estómago demasiado pronto.
Se sigue el callejeo teniendo, muchas veces, que sortear viandantes que pasean por las calles y entran y salen de las tiendas sin percatarse que por ahí estamos pasando unos "taraos" corriendo.
Salimos del centro y nos encaminamos hacia la bifurcación que nos va a separar a los corredores de media maratón con los de maratón.
Es otro momento en el que la cantidad de público que hay te hace subir el ánimo, y más, cuando los de maratón nos vamos por el carril derecho y redoblan los aplausos.
Inicio ya la segunda vuelta al circuito.
Llego al paso de la media maratón en un tiempo de 1h 43'03" , tres minutos más de lo que me había marcado previamente pero dentro de lo previsto.
Ahora, mi cabeza, empieza a marcarse "mini-objetivos".
El primero,alcanzar el kilómetro 25, poco antes de comenzar la subida que antes comentaba.
Allí, saco y me tomo mi segundo gel....mi cuerpo no me lo pide, pero prefiero pecar de previsor a luego echarlo en falta.
La verdad, es que los avituallamientos eran numerosos y copiosos, y llevo bebiendo agua desde el primero, para tratar de evitar la excesiva sudoración provocada por el calor y la humedad que hay.
A partir de ahora, sin saberlo, va a empezar mi calvario particular.
Sobre el kilómetro 27 siento un fuerte pinchazo en el gemelo izquierdo que me hace parar "ipso-facto".
Saltan todas mis alarmas y sigo caminando a paso rápido hasta que siento que poco a poco va remitiendo ligeramente.
Vuelvo al trote, porque es lo único a lo que puedo aspirar ya...a trotar...
Me marco, como siguiente objetivo llegar al kilómetro 30 que está más próximo a la zona de meta.
Veo con desesperación y frustración cómo me adelanta el grupo que va con la banderola de las 3h30'.
Soy incapaz de intentar, si quiera, ponerme a "rebufo" de ellos y continúo mi penitencia sumando-restando metros a la carrera.
Alcanzo el kilómetro 30, pasándolo en un tiempo de 2h31'42"....¡¡54' el último diez mil!!...y todavía me quedan 12 kilómetros....
Son varias las veces que debo dejar de correr y andar rápido para intentar oxigenar mis piernas y que mi cabeza no se acabe de destruir.
Juro que, cada vez que paro y siento que no "voy", pienso en abandonar...retirarme....dejar esa agonía que podría parecer que no me iba a llevar a ningún sitio.
Pero,uno que es tozudo (orgulloso aragonés y español) y que a pesar de los pesares quiere intentar conseguir sus pequeños-grandes sueños, le entran arrestos suficientes para persistir y tirar para adelante.
Al paso por la zona de contra meta, aparece, entre el público, el amigo Joan para darme unos ánimos que le agradezco sinceramente.
Paso el cartel que marca el kilómetro 34 y "transporto" a "mi" canal esa distancia restante a mi cabeza..."esto es llegar a la granja de cerdos y volver"....parece poco, pero en estos momentos, me parece un mundo enorme.
Giro a la izquierda para empezar la subida que me va a llevar, de nuevo, al centro histórico de Palma.
Con los ritmos y los ánimos de una batucada como compañía, decido parar de correr y subir a paso ligero (lo máximo que pueden mis castigadas piernas), hasta finalizarla.
Una vez completada la subida, giro a la derecha, nuevo avituallamiento y comienza el callejeo.
El kilómetro 35 está al lado de la Catedral, a la que damos una vuelta casi completa entre los aplausos del público y turistas que están viendo pasar a estos, ya, "cadáveres humanos".
Por esas estrechas calles nos cruzamos corredores y viandantes, teniendo muchas veces que llamar la atención con algún grito a algún/a despistad@ que sale de las tiendas sin mirar o pasea despreocupadamente a ritmo de "turista".
Dado como me encuentro, cualquier "exceso" físico e incluso verbal, me supone un gasto extra de valiosísimas energias.
Llevo ya un buen rato en que los kilómetros, por el esfuerzo que me está costando alcanzarlos, me parecen que miden dos mil metros, pero aún así, voy "trampeando"  y engañando mi cabeza para conseguir el ya "simple"objetivo de acabarla.
Cartel del "36"...madre mía, seis kilómetros aún...sigo con esa "táctica" obligada de correr un ratito y caminar a ritmo rápido otro para así no ponerme más al límite.
Salgo ya del casco y llego a una avenida en la que compartimos asfalto con los coches (obviamente en un carril a parte), momento que se me hace muy cuesta arriba, por el olor de los tubos de escape, los pitos y la práctica ausencia de público.
Además , mientras llegaba a un paso de cebra antes de realizar un giro a la izquierda y llegar al kilómetro 37, veo que sale desde la acera una niña con un triciclo empujado por su padre/madre (no pude ni fijarme quien era), al que casi me "como".
El frenazo en seco que tuve que hacer me obligó a hacer un mal gesto con el pie derecho que me dejó , durante unos segundos, plantado en el sitio.
De fondo sólo escuché la bronca que echaba el resto del público, y entre aplausos y ánimos seguí mi penoso camino hacia meta.
Pasado ya el kilómetro 37 y llegando casi al 38 alcanzo a un corredor con una camiseta blanqui-violeta a rayas horizontales que llevaba un ritmo muy parecido al mío, así que, me puse a su vera y comencé a darle conversación.
Es Vallisoletano (Nacho De la Fuente, de nombre, descubrí después), había llevado un año bastante malo en cuanto a lesiones y también hubiera esperado y deseado hacer una mejor carrera, pero.....
Hay un momento en el que le digo que tire para adelante, puesto que siento que si subo un poco más el ritmo me vuelve la sensación del pinchazo del gemelo izquierdo.
Se adelanta unos metros, pero....llegando al kilómetro 39, yendo yo al trote, le vuelvo a alcanzar.
Así que "pactamos" llegar juntos hasta meta.
Para completar esos tres últimos kilómetros, entramos de nuevo, animados por unas cheerleaders, por la zona más antigua de la ciudad, encontrándonos en medio de una calle, ese cartel del kilómetro 40 que dice tanto y que prometo que, durante muchos momentos, había pensado que no podría alcanzar.
El paso por el 40 lo hago en 3h 39' 48", aunque ya hace mucho que el tiempo me daba totalmente igual y el único objetivo se había convertido en acabar.
Ahora estamos recibiendo los aplausos y ánimos de todo el público y en muchos idiomas (el mayor porcentaje de inscritos era el alemán), cosa que hace que, a pesar de todo, uno se venga un poquito arriba.
Pasamos el 41...sólo 1195 metros y esta tortura habrá acabado.
Volvemos a la calle donde veinte kilómetros antes se habían separado las carreras, pero ahora sí que giramos a la izquierda para encarar el Paseo Marítimo y esa ansiada, y en subida, recta de meta.
Pasamos...uno...dos...tres arcos hinchables y por fin, tras chocarnos las manos, cruzamos esa tan deseada, y esta vez casi milagrosa, línea de meta.
Nos damos un abrazo y nos felicitamos mutuamente por haber acabado la maratón, pero mi sensación interior no es nada plena.
He finalizado mi 13ª Maratón en el puesto 325º (de más de 1000 llegados) con un tiempo de 3h 52' 54"....la segunda peor marca de mi vida (porque la peor fue en la primera, en San Sebastián en 2005) y con unas sensaciones físicas y anímicas malísimas.
Siempre he dicho que hay una diferencia entre "correr" una maratón y "hacer" una maratón y esta vez yo, "sólo" hice una maratón más.
Y es que...esta "diosa", si no vas suficientemente preparado física y mentalmente te lo hace pagar con creces.
Toda esa frustración se fue pasando poco a poco desde el momento en el que me colgaron la medalla y tod@s aquell@s que me iba cruzando me daban la enhorabuena.
En ese momento empecé a pensar..."¡qué coño!, si a pesar de todo he conseguido acabar una maratón más...puedo conseguir lo que quiera".
Ahora llega el momento del avituallamiento, y del reencuentro con los compañeros.
Muy bien Enrique, que vino, a priori a correr la media maratón y acabó corriendo la grande en 3h 35'....
Increíble el poderío de Miguel Angel, que a las medias maratones de Teruel y Barbastro en septiembre, sumó la semana pasada la trail de 52 kilómetros de Guara , hoy se "desayunaba" con una maratón y por la noche se iba a trabajar...que luego me hablen del "esfuerzo" de los futbolistas profesionales...
Y por último, mi querido y admirado José María, al que quise recibir con los brazos abiertos tras cruzar la línea de meta y que ,emocionado, se abrazó a mí diciéndome que había acabado su 63 Maratón en ¡¡¡5h05'!!!, un tiempo extraordinario.
A mí, la verdad, es que me faltan calificativos para describir a este prodigio humano...un ejemplo y un espejo donde mirarme.
Sin tiempo, si quiera, a ducharnos ni a comer, tuvimos que coger casi de inmediato un taxi para que nos llevara al aeropuerto, puesto que a las cuatro de la tarde nos traía el avión de regreso a casa.
Eso sí, cuando llegamos a Barbastro, José María nos quiso invitar a una merienda con unas jarras de cerveza que supieron a gloria y a día grande.
Ojalá podamos volver a compartir muchas veces más, viajes y carreras, sí, pero también historias, recuerdos y momentos...eso es impagable.
"El miedo es una emoción muy explosiva...es el sprint...la Maratón es la Esperanza" .- Mike Huckabee





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