martes, 11 de junio de 2019

LA 130ª, Y.. RESISTIÉNDOME A DEJAR DE COMPETIR

Desde octubre del año pasado, no participaba en una media maratón (fue en la nocturna de Bilbao) y, desde nuestra San Silvestre, el último día del año, no me ponía un dorsal en el pecho.
Y es que mi vida, ha dado un giro enorme estos últimos meses y me ha sido,materialmente imposible mantener unos hábitos que, a poco que pueda, quiero seguir cuidando y mimando en mi día a día, porque me aportan muchísimo a nivel físico y emocional.
Ese cambio radical al que hago referencia, se debe a que, al día siguiente de esta carrera, el domingo 26 de mayo, concurriría por primera vez en mi vida a unas elecciones municipales como candidato a la alcaldía de mi ciudad..casi "ná".
Y no quise, ni pude tener mejor jornada de reflexión que yendo a correr una media maratón a Altorricón junto a mi buen amigo y compañero, Miguel Ángel Barfaluy.
A las cinco de la tarde de ese sábado, salimos desde Barbastro para llegar hasta el campo de fútbol de Altorricón en unos ,muy distraídos y amenos, cuarenta minutos.
A pesar de que, ni física, ni anímicamente estaba para muchas "historias", ver y sentir el cariño de muchos compañeros de otras localidades que somos habituales de este tipo de carreras eleva a uno la moral y te hace volver a sentir "humano", tras unos meses, en los que en mi nueva faceta "política" he podido percibir cosas que nada tienen que ver con los valores que se transmiten en el mundo del deporte, entre ellos, el respeto y la humildad.
Minutos antes de las 18:30 estamos ya situados en la zona de salida, el reducido grupo de corredores que vamos a participar en la distancia de media maratón, unos cuarenta corredores.
Se da la salida  e iniciamos, en subida, los primeros metros de la prueba, cruzando la carretera A-1240 e introduciéndonos por varias calles del centro de Altorricón, para salir, en poco tiempo, hacia los caminos colindantes.
Ahí en la subida me uno a un grupo de cuatro corredores que van a un ritmo parecido al que yo, en estos momentos, me puedo adaptar.
Pasado el primer kilómetro, dejamos el asfalto para comenzar a correr ya, por caminos.
En ese grupito me estoy encontrando cómodo y decido aguantar ahí hasta que las fuerzas, por uno u otro lado, acompañen.
Hoy he decidido disfrutar todo lo que pudiera corriendo, sin apenas mirar el reloj, y liberando mi cuerpo y mi mente de tanta tensión acumulada en los últimos meses.
El terreno no es nada duro, aunque se van alternando cortos tramos de subidas y bajadas.
En una de esas bajadas, me despego un poco del grupo, aunque hago por dejarme coger en la siguiente subida, por ir más acompañado.
Pero es, al finalizarla e iniciar de nuevo otro tramo en descenso cuando me vuelvo a ir unos metros de manera totalmente involuntaria.
Echo un vistazo al reloj por saber en qué kilómetro estamos y veo que hemos pasado el ocho, así que decido probar a ver cuánto aguanto ahí.
Poco a poco voy acercándome a una corredora, que según mis "cálculos" y lo que había percibido en la zona de salida, debe tratarse de la primera clasificada de la prueba.
No me resulta nada fácil darle alcance ya que, mis piernas, no tienen más "cambios" para ofrecerme y he de ir regulandome para no quemarme demasiado pronto.
Consigo ponerme a su altura y tras el saludo de cortesía, me comenta que lleva varios kilómetros con flato y dolor de estómago, nadie lo diría, con lo que me ha costado alcanzarla.
Se trata de Lisa Lladós, corredora habitual del equipo leridano Clos Pons Thai Runners con la que ya habíamos coincidido en otras carreras de la zona.
Nos acercamos ya a Algayón, ecuador de la carrera y nuevamente pisamos durante unos cuantos metros tramos de asfalto.
Hasta ahora, estos diez primeros kilómetros habían sido un rompe piernas, con continuas subidas y bajadas que impedían mantener el ritmo constante, pero ahora, y tras el avituallamiento en medio del pueblo, comenzamos un buen tramo en bajada, que ayuda a soltar piernas y avivar un poco el ritmo, algo que agradezco ya que, llevaba unos kilómetros bastante aletargado.
Los siguientes kilómetros hasta el catorce se me pasan muy rápidos, merced a la conversación que vamos llevando , lo favorable del terreno y un ritmo con el que, en la actualidad, me siento cómodo.
Es, aproximadamente, llegando al kilómetro quince, cuando Lisa me dice que ha de parar porque su estómago le está haciendo estragos.
Se aparte del camino y decido irme sólo.
Mi situación actual de carrera es:
Por delante llevo a otro corredor, bastante alejado, y por detrás veo a varios que, por unidades y disgregados, circulan a unos cuantos cientos de metros de mí...
Para mí 0 agobios.
Kilómetro diecisiete y llego a la Melusa, miro mi reloj, para hacerme una idea y veo que, a pesar de mi inactividad de los últimos meses, voy a bajar de la hora y cuarenta minutos, algo que en la salida, ni me podía imaginar.
Ahora sí que voy sintiendo la pesadez y la falta de kilómetros en mis piernas y soy consciente de que esos últimos cuatro mil metros se me van a hacer un poco largos.
Sin obsesionarme, en absoluto, y con el único objetivo de acabar la prueba, sigo manteniendo el ritmo hasta llegar a la entrada de Altorricón.
Ahí, de nuevo, piso asfalto y me dispongo a recorrer los últimos mil metros de la carrera.
Pese a que he recortado mucha distancia con el corredor que me precedía, me resulta imposible aumentar más mi ritmo, y por tanto, acercarme más a él, no hay problema.
Escucho más nitidamente la megafonía, giro a la derecha y encaro ya los últimos metros de la prueba, para cruzar la línea de meta de mi 130ª Media Maratón con un tiempo de 1h 37' 37" a una media de 4'46" por kilómetro..más que suficiente.
Tras la ducha, nos comemos un bocadillo de longaniza y nos bebemos una cerveza, más que merecidas, con Miguel Angel y regresamos a casa a descansar, antes de una jornada, la del domingo 26 de mayo, que a nivel personal, sería histórica.

PD: Una vez más, gracias a Manolo Susín por las fotos.

"La única forma de que un sueño se vuelva imposible, es abandonándolo"