domingo, 27 de septiembre de 2020

BARBASTRO DIO UNA LECCIÓN. CAYÓ LA 134

Quién me (nos) iba a decir, hace tan sólo seis meses que, para disputar una media maratón deberíamos hacerlo siguiendo unos protocolos tan estrictos y restrictivos a causa de la pandemia derivada de la Covid-19.

El domingo 8 de marzo, estábamos celebrando la octava edición de la Carrera de la Mujer de Barbastro y, unos días después, ya no sólo nuestra ciudad sino todo el país, quedábamos confinados en nuestras casas durante casi cien días, en un Estado de Alarma jamás conocido por nuestra generación.

A partir de ese momento, todo se paralizó, quedó en suspenso o, directamente se suspendió.

El Club Atletismo Barbastro decidió, en el mes de julio, dar un paso adelante para sacar adelante la 28ª edición del Medio Maratón Ruta Vino del Somontano que, una vez más, y creo recordar que ya es la novena ocasión en sus veintiocho ediciones, había sido elegido como sede del Campeonato de Aragón de la distancia.

Mi situación no ha sido para nada fácil ya que, las suspicacias y la mala "baba" siempre está presente y más, en estos tiempos donde cualquiera puede "vomitar" por su boca o por las redes sociales todo aquello que le venga en gana, sin necesidad si quiera de cotejarlo.

Haber sido presidente del Club durante seis años y ahora ser, alcalde de mi ciudad, me ponía en el punto de mira de cualquiera que quisiera utilizarlo en mi contra, por presuponer una cierta "permisibilidad".


La realidad ha sido bien distinta ya que, la exigencia, con todos los protocolos y medidas que se debían adoptar, ha sido muy superior.

Una vez pasada ya la carrera he de decir que me siento orgulloso del excepcional trabajo que ha realizado el Club Atletismo Barbastro y que tan bien ha sido valorado tanto por corredores, jueces, periodistas y participantes en la prueba, demostrando que con seriedad y responsabilidad se pueden hacer las cosas con todas las garantías.

A pesar de que tuve un sábado muy intenso de actividad , quise levantarme pronto el domingo y, acercarme a la zona de salida para ofrecer mi ayuda donde se me pidiera.

Una vez allí, vi que, prácticamente todo estaba controlado así que pude dedicarme a saludar a tantos amigos y compañeros que hacía meses que no veía y con los que pude volver a compartir experiencias.

Esta edición, era especial.

Especial, en primer lugar por la extraordinaria, y jamás conocida, situación que nos está tocando vivir.

Especial porque si, todo iba bien, sería mi 20ª participación consecutiva en la que siempre ha sido "mi carrera" y, especial porque se estrenaba un nuevo circuito, el cuarto desde que, en 1993 se dio el pistoletazo de salida a la 1ª edición del Medio Maratón Ruta Vino del Somontano y, por tanto, tenía mucha ilusión en poder haber participado en los cuatro circuitos de la misma.

Haciendo un poco de historia, desde 1993 a 2002, la prueba llegaba hasta Salas Bajas, un recorrido, bastante duro, en su primera parte y cuyas mejores marcas fueron las del tanzano, Benedict Ako, en 1995 con un 1h 04' 14" en categoría masculina y, en la femenina, la ecuatoriana, Sandra Ruales, con un tiempo de 1h 17' 31", en 2002.

En 2003, se modificó el recorrido, siendo un trazado que primaba más lo urbano, por la ciudad de Barbastro y que tenía, su punto de inflexión en Castillazuelo.

Este circuito estuvo vigente durante tres ediciones (hasta 2005) y las mejores marcas fueron las del marroquí, Abdelhadi El Mouazhi, con un tiempo de 1h 03' 32", en categoría masculina, en el año 2003 y, en 2005 y en categoría femenina, la también atleta marroquí, Kambouchia Soud, con un tiempo de 1h 15' 10".

En 2006 y debido a los grandes problemas de tráfico que se ocasionaban en la ciudad de Barbastro, hubo que volver a cambiar de circuito, siendo, desde entonces y, hasta la pasada edición en 2019, el que unía las localidades de Barbastro-Castillazuelo-Pozán de Vero y, regreso.


En este circuito las mejores marcas fueron las de marroquí, Yassine Abbatourab, en 2007, con un tiempo de 1h 06' 44" y, en categoría femenina, el de la tarraconense, Mireia Sosa, el mismo año, con un tiempo de 1h 22' 28".

En esta ocasión se apostaba por un circuito a dos vueltas, con menos desnivel y, el paso por el interior de dos bodegas.

Yo, que siempre me había erigido como un defensor a ultranza del anterior circuito, vi con buenos ojos esta modificación y, creo que, a la postre, ha resultado muy positiva en tres aspectos fundamentales: para el organizador, para el participante y, para el público.

Vuelvo a esa mañana del 20 de septiembre.

El día ha salido espléndido, con sol y una muy ligera brisa.

Tras tomarnos un café junto a Manolo Barras y Paco Jordan, me voy al coche a vestirme de corto y ponerme, de nuevo un dorsal.


Desde el pasado 16 de febrero, en la media maratón de Balaguer, no había vuelto a sentir ese momento de situar, con los imperdibles, un dorsal en el pecho.

Me dirijo con la, de momento, inseparable mascarilla, hacia la zona de salida, donde me he de ubicar en el segundo cajón de salida siguiendo los protocolos establecidos por las federaciones de atletismo y sanidad.

A las nueve y media de la mañana se da la salida al grupo de corredores élite que están ubicados en el primer cajón y, treinta segundos después, al nuestro.

Yo sé que si estoy ahí, tan adelante, es por un "cariño" que se me ha hecho por parte de la organización, ya que, mis tiempos "gloriosos" ya casi los percibo en mi retina, en "blanco y negro".

Pasan los años y me sigue recorriendo un hormigueo en el estómago cuando inicio la bajada de la Avenida San José María Escrivá de Balaguer.

Giramos a la derecha hacia la Calle Corona de Aragón y, por primera vez, en lugar de girar hacia General Ricardos y, Paseo del Coso, nos dirigimos hacia la Plaza de la Diputación, Puente de San Francisco y Calle Las Fuentes.

Me he puesto a la par del compañero fragatino, José Manuel Segurado, fiel participante, como yo, en tantas carreras, esperando que nos alcance el siguiente grupo para irme con algún compañero del Club.

Es, por la Calle Las Fuentes cuando nos van superando corredores del tercer grupo y, ahí llega David Bestué, con el que ya habíamos hablado antes de la salida para ir a un ritmo de cinco minutos el kilómetro.

Me despido de José Manuel y, nos vamos con David hacia la Calle Los Cubos, donde se pasa el primer kilómetro de carrera, para dirigirnos hacia la Ronda Norte, en dirección al Barrio de San Juan y, de ahí hacia el Puente de Santa Fe, lugar fijo y mítico de las veintiocho ediciones.

Un pequeño repecho nos conduce a la carretera comarcal A-1232, poniendo rumbo hasta el "cruce de las bodegas".

Yo, me he equivocado al pulsar el botón de mi crono a la salida y, cuando me he querido dar cuenta, llevábamos ya unos setecientos metros, por tanto, mis referencias son, las que me "canta" David y los dispares kilómetros en los que suene el "beep" de mi reloj.

Nos van adelantando corredores de cajones posteriores, hasta que, nos alcanza, Alex Sierra, "el polaco" y, decide acompañar a este par de "viejas glorias".

Cuando llegamos al cruce de carreteras, Castillazuelo/Salas Bajas, giramos a la derecha para entrar y atravesar las instalaciones exteriores de la Bodega Viñas del Vero, con alfombra roja incluida y, posteriormente, cruzar todo el arbolado pasillo de la Bodega Lalanne e incorporarnos, de nuevo, a la carretera comarcal para regresar hacia Barbastro, en esta primera vuelta.

La verdad que, este cambio e innovación de atravesar las bodegas le da un toque mágico y un buen y merecido homenaje al "apellido", Ruta Vino del Somontano, que, desde la primera edición ha tenido nuestro medio maratón.

Este trío que hemos formado, David, Alex y yo, no dejamos de hablar en ningún momento sobre entrenos de correr, en bicicleta, alimentaciones, etc....

Temas que me apasionan, me gustan, me hacen feliz y hacen que pueda evadirme de los innumerables frentes, problemas y sinsabores que toca afrontar a diario.

Ponemos rumbo hacia Barbastro, con unos ritmos intermedios que no bajan de 4'50", por tanto, muy por debajo de lo que ,a priori, habíamos "pactado" en la salida.

Pasamos el Puente de Santa Fe, dirigiéndonos hacia la rotonda del Barrio de San Juan, tomar unos metros la Ronda Norte y, dirigirnos, por la Calle Los Cubos al centro de la ciudad.

Psicológicamente, el hecho de llegar al final de la Calle Corona de Aragón, girar a la izquierda y, emprender la subida hacia la zona de salida/meta, sabiendo que aún te queda una vuelta más es complicado, pero, de momento, físicamente me encuentro bien y, aunque sé que me faltan kilómetros en las piernas, sólo por el hecho de haber llegado a la mitad del recorrido, sin dejar de hablar y sin fatiga ya es un éxito.

Pasamos bajo el arco principal haciendo un giro de 180º ,cogemos agua en el avituallamiento y, emprendemos la segunda vuelta al circuito.

Entre los gritos de aliento y ánimo que llegan desde las aceras, y a los que, tratamos de responder a todos, hay uno, una voz, que reconozco y a la que me giro para saludar.

Es la de mi padre, que no ha fallado ni uno solo de los veinte años que llevo corriendo esta carrera y que sé, en la actualidad, de su preocupación por mi salud física y mental, dadas las especiales circunstancias en las que me encuentro.


Jamás podré agradecerle todas las lecciones que me ha dado siempre, sin aspavientos, y con esa humilde normalidad y discreción con la que ha llevado toda su vida.

El trío que hemos formado, Alex, David y yo iniciamos la segunda vuelta al circuito y yo sé que, a partir del kilómetro 13/14 comenzará a complicarse la cosa para mí.

Tras cruzar el Puente de Santa Fe por tercera vez, subimos el repecho que nos va a llevar, de nuevo, a la carretera comarcal A-1232, momento en el que, escuchamos primero y, vemos después las motos que conforman la cabeza de carrera del medio maratón que regresan ya hacia la línea de meta.

Camilo Santiago y Jesús Ángel Olmos lideran la prueba y, se disputarán la victoria en un apretado sprint que dio la victoria al primero con un tiempo de 1h 06' 01", con lo que se convertía, de esta manera, en el primer vencedor de este nuevo circuito del medio maratón, cuarto en sus 28 años de historia.

Es curioso ese contraste, esa sensación de ver, a la cabeza de carrera, de regreso ya "a casa", mientras que, a nosotros, todavía nos quedaban unos nueve kilómetros por delante.

Uno de los atractivos de este nuevo circuito es, el cruzarte prácticamente, durante toda la prueba, con el resto de participantes, bien, aquellos que van por delante o bien, aquellos que van más retrasados.


Estamos llegando, de nuevo, a la Bodega Viñas del Vero y, en el giro de 180º que debemos dar en el interior, siento que me cuesta arrancar y mantener el ritmo para seguir a  Alex y David.

A pesar de que Jerzy, me tienta con una copa de vino blanco bien frío al lado del avituallamiento, que me hubiera encantado tomar y compartir, cojo un botellín de agua del que bebo la mitad y, el resto, me lo derramo por la cabeza.

Atravesamos el arbolado pasillo central de la Bodega Lalanne para encarar, de nuevo la carretera comarcal dirección hacia Barbastro.

Allí , recibo, al igual que hacía siempre los años precedentes en la entrada y salida de Pozán de Vero, los ánimos del bueno de "Richi", algo que siempre le agradezco enormemente.

"Richi" no es corredor, no es socio del club, no es aficionado al atletismo, es un trabajador incansable que siempre está dispuesto a ayudar y que, sin el cual, sería muy difícil sacar adelante, año tras año, una carrera tan compleja como es esta.

Alex nos ofrece, a David y a mí , algún gel o gominola energética. David opta por el gel y yo, por la gominola.

Siento que mi "gasolina" se está acabando, algo que, ya entraba dentro de lo previsto puesto que durante todo el verano no había hecho ninguna tirada superior a los quince kilómetros.

Alex, "Polaco", va muy sobrado, David le puede ir siguiendo el ritmo pero, a mí, me cuesta un poquito más.

De hecho ya hemos comentado que, al salir cada uno de los tres, en diferentes "cajones" de salida, nuestros puestos en meta serán muy dispares a pesar de que, previsiblemente, llegáramos juntos.

Cuando pasamos la, muchas veces salvadora, sobre todo en verano, "fuente de Evaristo", iniciamos la bajada que nos llevará al Puente de Santa Fe y, a encarar los últimos dos kilómetros para la línea de meta.

Allí, en el avituallamiento del puente, vuelvo a coger otro botellín de agua, que casi me bebo entero.

Siento que llevo encendido el "chivato amarillo" de la reserva de combustible en mis piernas.

Cuando pasamos la rotonda del Campo de San Juan y tomamos la Ronda Norte, les conmino para que tiren para adelante porque voy muy justo para seguirles el ritmo y es tontería, que pierdan tiempo por mí, pero no quieren.

Me dicen que, si hemos ido juntos hasta ahí, vamos a llegar juntos a la meta, gesto que les honra sí, pero que, cuando uno sabe de sus limitaciones, no quiere ser una carga ni estorbo.

Giramos a la derecha para tomar la Calle Los Cubos, alcanzar el kilómetro veinte de la prueba e iniciar ya, todo el tramo urbano por la ciudad para llegar a la línea de meta.

Cuando finalizamos la Calle Las Fuentes y giramos hacia el Puente de San Francisco me quedo unos metros de ellos y, les vuelvo a decir que tiren hacia meta que yo, llegaré de igual manera.

Se vuelven a negar y bajan el ritmo para que me vuelva a incorporar, mientras cruzamos la Plaza de la Diputación antes de iniciar la Calle Corona de Aragón.

Ahora ya la tenemos, giramos hacia la izquierda e iniciamos los últimos doscientos metros de la carrera.

Dejamos que pase delante a una chica que nos había acompañado en los últimos dos kilómetros y, atravesamos los tres juntos la línea de meta.

Como había dicho anteriormente a pesar de que, los tres llegamos juntos los tiempos , los puestos fueron muy dispares:

Alex finalizó con un tiempo de 1h 37' 19" en el puesto 73º, David acabó con un tiempo de 1h 39' 50" en el puesto 81º y, el que os escribe, acabó su 20º Medio Maratón Ruta Vino del Somontano consecutivo, y 134º global, en el puesto 84º con un tiempo de 1h 40' 13".


Como se suele decir, "me podía dar con un canto en los dientes" el acabar esta carrera ya que, tan sólo un par de meses atrás dudaba muchísimo de que pudiera correr una distancia superior a los 10 kilómetros.

La pandemia, con sus casi cien días en Estado de Alarma, hicieron mella, principalmente en mi físico.

Los nervios, la tensión, la ansiedad, el mal comer, tarde y mal y el poco o nulo tiempo que tenía para hacer ejercicio físico hicieron que mi peso se disparara casi ocho kilos por encima de lo que estaba acostumbrado.

Una conversación trivial, a finales del mes de junio, con Víctor Castillón nos llevó a hablar del sobrepeso, de los kilos que yo me había echado encima y de una dieta.

Dieta a la que me aferré a los pocos días y, con la que conseguí bajar rápidamente de peso al principio y que hizo que, en dos meses, volviese a estar en los setenta kilos que era, mi peso "original".


Tras la llegada de los últimos corredores acudí a una extraña entrega de premios dadas las especiales circunstancias en la que nos encontramos.

Sin poder entregar los trofeos, ni dar la mano ni besos, y, mantener la distancia física en el homenaje que, en esta edición, el Club Atletismo Barbastro hizo a la doble campeona de España de maratón y olímpica en Pekín 2008, la serrablesa María José Pueyo.

Con este acto se ponía punto y final a una carrera, la primera en ruta que se hacía en nuestra Comunidad Autónoma desde el inicio de la pandemia y que, organizativamente, fue modélica.

Esperemos que, ojalá pronto podamos volver a reunirnos para correr y colocarnos un dorsal.

Esa será la mejor señal de que, esta pesadilla, ha desaparecido.

"En medio de cada dificultad se encuentra la oportunidad."

PD: Como tantas veces, mil gracias a los fotógrafos que nos proporcionan tanto recuerdos. (Manolo, Montse, Antonio, Ángel, Juan......)


















lunes, 17 de febrero de 2020

VOLVIENDO A SENTIRME "YO". LA 133, EN BALAGUER

A veces, las cosas hay que, simplemente, pensarlas y hacerlas.
En una de las escasas salidas a correr, con Ventura,que me permite mi apretada agenda actual, sobretodo entre semana, le comenté que, necesitaba, como el comer, de un objetivo, por pequeño que fuera, que me hiciera volver a sentir "normal".... que me activara.
Así que, tras echarle un vistazo al calendario, laboral y de competición, veo que me podría cuadrar hacer la media maratón de Balaguer.
En un simple y rápido cruce de mensajes lo dejamos "visto para sentencia" y quedamos inscritos.
Tanto la noche del viernes como la del sábado no duermo muy bien y tengo el estómago "raro"...revuelto.
Esto, unido a esos kilos de más que me he echado y que últimamente no salgo a correr lo que querría y debería, hace que me vaya a presentar en la línea de salida con muchas inseguridades en mí mismo.
El domingo amanece soleado en Barbastro y con una previsión de que sea así todo el día y, con una temperatura más que agradable.
Con esa idea, partimos, junto a Ventura, a las ocho y media de la mañana hacia Balaguer, pero, en la recta de las bodegas nos damos de bruces con una niebla, que no nos va a abandonar, ni en todo el trayecto ni en la propia carrera.
La llegada a la capital de la comarca de la Noguera es de lo más rocambolesca.
Nos dirigimos hacia una zona, en la ribera del río Segre, en la que hay situados varios arcos hinchables y carpas de organización, creyendo que, han cambiado de circuito y la salida y llegada será allí.
Cual es nuestra sorpresa, cuando nos dicen que allí, se va a celebrar un cross y nadie sabe nada de una media maratón.
Por un momento, me invade una duda enorme ya que,como llevo tantas cosas en la cabeza y tan variopintas, pienso que quizás me he confundido, he llevado a la confusión a Ventura, y nos hemos equivocado de día.
Por suerte no es así y otros corredores nos indican que la prueba, como en otras ocasiones partirá y llegará en la Plaza del Mercado.
Entre unas cosas y otras, se nos echa, prácticamente, el tiempo encima y, a falta de quince minutos para la salida estamos, en una pastelería, tratando que nos sirvan un café, que debemos ingerir, casi, como si se tratara de un chupito.
Tras los saludos con muchos amigos y compañeros de carreras, nos colocamos en la línea de salida.
A las diez y media, tras una cuenta atrás vocal comenzamos.
Mi única intención, como vengo diciendo, y siendo consecuente con mi limitado estado de forma actual es, acabarla sin grandes sufrimientos, con eso, me daré por más que satisfecho.
Lejos quedan aquellas medias en las que salía, a mi nivel, con el "cuchillo entre los dientes" para bajar de 1h 30'.
Las salidas siempre son engañosas, y uno, dejándose llevar por la excitación del momento, arranca mucho más rápido de lo que debería.
Esta vez, tengo algo de cabeza y me mantengo junto a Ventura, que va a hacer la prueba de diez kilómetros, tratando de olvidarme de lo que pase a mi alrededor e intentando no dejarme llevar por aquellos que nos adelantan.
Los tres primeros kilómetros son, por el interior de la ciudad, y en un perfil bastante llano.
A la altura del kilómetro dos, llega a nuestra altura, José Antonio, el tercero de los barbastrenses que ha bajado hasta tierras leridanas.
Nos comenta que está preparando la maratón de Zaragoza y que quiere hacer sobre 1h 50', y eso que, todavía, ni  nos alcanzado el guía de la "horacuarenta".
Salimos ya de Balaguer con una primera subida que estira el grupo.
Ventura se descuelga, José Antonio se adelanta y yo, me quedo en tierra de nadie.
Una vez finalizada, acelero un poco para ponerme a la altura de mi compañero del Club y, tratar de ir juntos.
Vamos a llegar a la localidad de Gerb, sobre el kilómetro seis, donde está ubicado el primer punto de avituallamiento del recorrido.
Aquí va a llegar un momento desafortunado para mí, y que no había vivido nunca.
Llegando a las mesas donde se hayan ubicadas las bebidas, una chica tropieza y cae al suelo.
Yo, hago por esquivarla, con tan mala fortuna, de que otro corredor me trastabilla por detrás y me hace caer al suelo también, sin soltar el botellín de agua que acababa de recoger.
Me levanto, con la ayuda del mismo corredor que me hizo caer.
Enseguida veo que sólo llevo una raspadura en la rodilla izquierda y algún arañazo en codo y manos, nada grave, a priori.
Continúo la carrera junto a José Antonio y siento que voy muy cómodo, ya que, soy capaz de llevar una conversación fluida durante todo el rato.
Llegamos hasta  el espectacular embalse de Sant Llorenç de Mongai (Reserva Natural de fauna salvaje), previo a la población que lleva su nombre, al segundo avituallamiento y al giro de 180º , en el kilómetro 11,5, que nos dirigirá hacia los últimos diez kilómetros hasta la línea de meta.
Ahora, nos agrupamos unos seis/siete corredores alrededor del práctico de 1h 40, lo que nos hace ir, protegidos y muy cómodos los siguientes kilómetros.
Así hasta que llegamos al kilómetro dieciséis y medio e iniciamos la subida, de nuevo, hacia Gerb.
Siento que mis piernas empiezan a ir justas y mis "depósitos" internos se están quedando vacíos.
Resisto junto a José Antonio toda la subida y trato de coger aire cuando la acabamos, aunque el grupo se ha roto y nos hemos quedado cuatro corredores.
Viene un kilómetro y medio, más o menos de llano/bajada que sirve para recomponernos un poco e iniciar, en el 19, otro repecho, el penúltimo de la carrera.
Toca sufrir, coronar y volver a coger aire, para encarar la última subida de la carrera, que nos llevará hasta la rotonda de entrada a Balaguer, al lado del Convento de Santa Clara, ya en el kilómetro 20.
Ahora viene todo el terreno favorable, en bajada y llano, a las faldas del Castillo de Formós en dirección al casco antiguo de la ciudad.
Los últimos quinientos metros de carrera son un recorrido por las estrechas calles del casco, antes de entrar en la Plaza del Mercado.
Invito al corredor que nos acompañaba (con el que me tropecé en la caída), a que se adelante en meta y, con José Antonio, entramos juntos en meta.
Para mi sorpresa, y alegría, porque no me lo esperaba, finalizo mi 133 media maratón con un tiempo de 1h 37' 48", a una media de 4'39", impensable unas horas antes cuando me despertaba con unas, muy malas, sensaciones en el cuerpo.
Uno se sorprende de lo que el cuerpo humano puede llegar a dar de sí.
Hoy, volví a sentir mi "verdadero yo", ese, del que me niego a abandonar y olvidar.

"Ser uno mismo, en un mundo que constantemente trata de que no lo seas, es el mayor de logros" .-Ralph Waldo Emerson.