miércoles, 19 de octubre de 2016

LA 109ª ,CON DULCE RESACA POST-MARATÓN

Ya hacía un par de meses que me había inscrito a la Media Maratón de Mollerusa, más por "tradición" y ver a los amigos que he hecho allí que por estar convencido de que una semana después de la maratón, mis piernas y mi cabeza estarían con ganas de "apretarme" 21 kilómetros a ritmo exigente.
Estuve sin correr toda la semana,, incluyendo una buena sesión de descarga con mi fisio Javi, que me hace ver las estrellas pero que me alivia cuerpo y mente.
El viernes tomé la decisión ,  no sé si la más inteligente pero sí la que decía mi corazón, que muchas veces es a la que hay que hacer caso, de bajar a correr.
Así que le envié un mensaje a Juli (Presidente del Xafatolls) para decirle que bajaría a "darme una vuelta" por Mollerusa y sobre todo por verle y darle un abrazo.
No pude remediarlo y aunque no debería ser mi labor, a uno le sale la vena "reponsable" y una vez más cité a todos los socios que estaban inscritos  a la carrera, el domingo a las ocho menos cuarto de la mañana en la sede del Club para bajar y posteriormente hacer la foto de equipo.
Tras la recogida de dorsales y el café, a los coches a cambiarnos de ropa.
De nuevo y como el domingo anterior en Budapest, ha salido una mañana soleada, con una temperatura muy agradable que va a permitir correr de corto y tirantes, hay que aprovechar.
Tras la foto nos vamos situando tras el arco de salida.
He hablado con Raquel y le he comentado que voy a intentar acompañarla hasta donde mis piernas me digan basta.
Vamos, que hoy tengo claro que mi labor va a ser esa de gregario ciclista puro y duro, exprimirme al máximo hasta que no me quede nada y luego quedarme y acabar lo más digno posible.
Me despido de los compañeros del Club y al sonido del disparo arranco mi 11ª participación en Mollerusa, con una participación de más de 700 corredores (más de 500 en la media maratón, y el resto en un 5K....bravo por ellos).
Los primeros metros siempre son de tensión para coger posiciones y más si estás rondando por los puestos delanteros, en los que algunos parece que les va la vida.
Cuando se abre un poco la carrera me pongo al lado de Raquel y comienzo a "currar".
El paso por el primer mil es en 3'57"....ya ni me sorprendo, aunque me siga pareciendo una barbaridad arrancar tan fuerte.
Los primeros kilómetros van transcurriendo en un callejeo constante por dentro de Mollerusa y un polígono con rectas importantes y varios giros en ambos sentidos pero sin ser nunca de 180º , por tanto sin complicaciones.
En el kilómetro tres se une a nosotros una bici, giro la cabeza para mirar lo que pone en el letrero y leo que es el que marca a la tercera chica clasificada en la media maratón...bueno, está bien.
Los ritmos que llevamos son entre 4'06" y 4'10" así que , de momento está sensacional.
En el 6 se vuelve a pasar por la zona de salida donde el padre de Raquel me da un gel para que lo guarde para más tarde.
Iniciamos un kilómetro en línea recta y en ligera pendiente en el que pasamos al lado del ayuntamiento y que nos va a llevar en cuanto lleguemos al p.k. ocho a la salida de la ciudad.
Va a llegar uno de los dos tramos más "duros" psicológicamente de la carrera.
Este primero es una recta de dos kilómetros y medio en el que vamos paralelos a las vía del tren y que se hace muy monótono.
Nos alcanza y sobrepasa el compañero Enrique....yo, estoy empezando a encontrarme muy justo y sé que no voy a poder aguantar esos ritmos mucho tiempo más,.
Llegan a nuestra altura otros dos corredores y decido, por mi bien, descolgarme un poco y quedarme "resguardado" tras ellos..ahora mismo necesito tomar un poco de oxígeno en mis piernas.
Aprovecho ese momento y esa recta para mirar hacia atrás a ver si veo a la siguiente chica clasificada, pero no percibo rastro alguno.
Poco antes de comenzar la única subida reseñable del circuito, la que da entrada a la población de Golmés, vuelvo a ponerme en cabeza junto a Raquel para intentar regularla en ese tramo y que baje un poco el ritmo para aprovechar luego la inercia.
Pasamos por el arco del punto intermedio en poco más de 43'....está sensacional....es para bajar de los 90' sobrados, pero aún queda otro tanto por delante y yo sé que ni mis piernas ni mi cuerpo van a estar para más.
Justo hace una semana estaba corriendo la maratón de Budapest y este cuerpo ya no puede estar para muchas más alegrías.
Llega el segundo avituallamiento de la carrera, sigo el proceso de recoger, dar y luego beber yo...necesito beber un par de tragos largos porque estoy sudando mucho.
Mientras callejeamos por el interior de Golmés camino del 12 , voy "confesando" a Raquel.
Le digo que a no mucho tardar, me voy a quedar, y que cuando llegue ese momento, ni se le ocurra aminorar, que tire para adelante y que me deje, que yo ya llegaré y lo que interesa es que ella conserve esa tercera plaza.
Dicho y hecho...cuando hemos salido del pueblo y pasamos el kilómetro 13, mi cuerpo dice "hasta aquí has llegado chaval".
Resoplo, informo que ya no aguanto más y le paso el gel que llevaba en la mano al ciclista que nos acompaña.
A este le digo que no la deje de animar y a ella que siga igual, que no apriete más y que sobretodo que ¡vaya con cabeza!, porque así seguro que va a "matar" dos pájaros de un tiro.
En cuanto me descuelgo, bajo el ritmo, saco un gel de Biofrutal y lo ingiero tranquilamente.
Necesito oxigenarme y regular para afrontar esos últimos ocho kilómetros para meta que en ese momento se me hacen un mundo.
Además ahora se presentan por delante seis kilómetros por una carretera secundaria de rectas interminables, paisaje de granjas y con apenas público que psicológicamente me pueden suponer la puntilla.
Mis ritmos durante los cuatro siguientes kilómetros desde que me he descolgado han ido subiendo paulatinamente...4'17", 4'19", 4'24" y 4'27" en el kilómetro 16.
Además de la fatiga física se suma , que me están adelantando bastantes corredores a los que no puedo seguir el ritmo y sobretodo ese "ronroneo" de mi pierna izquierda que me hace correr de manera "torpe" durante varios momentos.
Giramos a la derecha en el 17 para poner rumbo a Mollerusa.
Me animo cuando veo el tiempo de paso y marca 4'26" y comienzo a calcular mentalmente.
Si sigo manteniendo esos ritmos, aún yéndome a 4'30" sería factible bajar de los 90' y eso sería, para mí, realmente increíble.
Llego al 18, pita mi reloj, lo miro y marca 4'25".....uf!...voy a estar ahí cerca.
Quedan...sólo o todavía tres kilómetros y espero que estas "patitas" me sepan aguantar.
Poco antes de llegar al 19 me alcanza mi compañero Enrique que ha venido desde atrás recuperando...me anima, creo que ni le puedo contestar porque voy al límite.
Se va alejando pero no me preocupa porque sé que no sería capaz de seguirle en este momento.
Escucho ahora unas voces que van informando de lo que queda para meta..son los guías de la "horatreinta".
Se ponen a mi altura , me dicen un "¡vamos Barbastro que ya está!".
No les puedo ni contestar, aunque se lo agradezco con el pulgar levantado...bastante estoy haciendo con poder aguantarles ese primer arreón.
Llegamos al kilómetro 20, vuelvo a mirar el reloj y veo que ha marcado 4'28".
Ahora, si quiero conseguir ese objetivo, de bajar de los 90', algo que veía imposible antes de empezar la carrera, no me he de despistar y debo echar el poquito resto que me queda en el asador.
En cuanto giramos a la izquierda y comienza una avenida en bajada me lanzo a todo lo que da mi cuerpo y mis piernas.
Todo este último kilómetro es en descenso, así que sólo deseo ir arañando metros en mis piernas y segundos en mi reloj.
Nuevo giro a izquierdas y veo el cartel del 21.
Ya sólo me queda encarar la alfombrada recta final en el Parque Municipal que la hago marcándome un cambio de ritmo increíble, para mi, y cruzar la 109ª línea de meta de una media maratón con un sensacional tiempo de 1h 29' 23", a un ritmo medio de 4'15" el kilómetro.
Esto debe ser la "bondad física eventual" que da correr una maratón recientemente porque si no, no me lo explico.
Tras la meta me espera el buen compañero Enrique, que ha llegado 32" por delante mio y con el que nos fundimos en un abrazo y posteriormente con Raquel que además de haber amarrado ese tercer puesto ha hecho un tiempazo de 1h28'02"..¡bravo!.
Desgraciadamente, no me queda mucho tiempo para entretenerme y poder hablar lo que quisiera con los compañeros y amigos de Mollerusa, ya que, una vez más, me esperaba uno de esos días "machacas" a los que ya está acostumbrado mi cuerpo.
A las dos de la tarde debía estar en el "tajo" trabajando hasta las diez de la noche...una "buena manera de decalentar las patitas".
Bajé a Mollerusa a correr más por la amistad y compromiso con mis amigos de allí (Xavi, Jordi, Ricard, su alcalde Marc, y sobretodo su presi Juli con el que me llevo fabulosamente) y me subí con el vigésimo "sub 90'" de mi vida....ver para creer.
Ahora tocará un poco de descanso y ver mi calendario laboral a ver qué es lo que me permite correr...la ilusión por lo menos, sigue viva.

"Mi mayor ilusión es seguir teniendo ilusiones" .- José Narosky





domingo, 16 de octubre de 2016

BUDAPEST...LA MARATÓN DEL DANUBIO

Febrero de 2016:
Yo.-"Javi, ¿que tal te ha ido la operación del juanete?"
Javi -"Bien, aunque más dolorosa de lo que imaginaba y voy a tener que estar un par de meses en el dique seco.
Oye, mira tu calendario laboral y para final de año nos vamos a una maratón internacional que necesito motivarme"
Con este sencillo y directo cruce de mensajes con mi amigo Javi Sampedro comenzó la fantástica aventura que concluimos el domingo 9 de octubre en Budapest corriendo la 31ª edición de su Maratón.
Con el paso de los días y más charlas, ampliamos la expedición y se sumaron Blanca (una vez más, enorme su apoyo moral y logístico), Pepe, Tom (que al final harían los dos la prueba de los 30 kilómetros) y D. José María Chéliz, al que no me cansaré de rendir pleitesía, porque con sus 76 años y 60 maratones en las piernas sigue teniendo la vitalidad e ilusión de un juvenil.
El viernes 7,a las cinco y diez de la tarde partíamos desde el Aeropuerto del Prat de Barcelona hacia la capital de Hungría, aterrizando en el Ferenc Liszt en poco más de dos horas y cuarto.
Allí, como a la gente "VIP" nos esperaba un vehículo que nos trasladaría hasta la que sería nuestra casa para los siguientes dos días, el Hotel Metro.
Un hotel céntrico, sencillo, limpio y acogedor, aunque su apariencia por fuera sea más parecido, como leí en algún comentario en foros, a un antiguo edificio oficial de la época de invasión soviética.
Tras alojarnos fuimos a cenar en un restaurante italiano cercano al hotel y de ahí directos a la cama  a descansar, que el día había sido largo e intenso y lo que nos esperaba por delante no iba a ser menos.
La mañana del sábado fue día de visitar una ciudad preciosa, monumental, llena de historia y de contrastes que a todos nos cautivó, sabedores también que al día siguiente íbamos a poder disfrutarla corriendo y sin tráfico durante 42 kilómetros.
Al mediodía nos desplazamos hasta la Plaza de los Héroes (Hösök Tere) para la recogida de dorsales y comer en la carpa de la "Barilla Tészta party" rodeados de un ambiente deportivo-festivo increíble, ya que desde las once de la mañana hasta las cinco de la tarde había carreras y actividades de todo tipo y para todos los gustos.
La comida de la pasta estuvo muy bien, ensalada, pasta en abundancia, una gran galleta de chocolate y agua o cerveza.
Una vez recuperados y saciados, un paseo por la feria del corredor y el parque y un "ligero" paseíto de tres kilómetros hasta el Hotel para estirar durante un par de horas las piernas.
El rato que estuvimos en la habitación lo aprovecho para dejarme preparada toda la ropa y la bolsa para el día siguiente.
Me gusta ser extremadamente meticuloso en esto porque siempre creo que me olvido de algo...manías de uno.
A las siete nos acercamos a un centro comercial próximo a dar una vuelta y posteriormente cenar pronto en otro italiano.
Tras la buena ingesta de hidratos y cerveza , regreso al hotel , para poco más de las diez de la noche estar tumbados en la cama por lo menos descansando hasta que los ojos se fueron cerrando.
Domingo 9 de octubre, quince minutos antes de las siete de la mañana suenan los despertadores en la habitación 403 del Hotel Metro.
Por fin llegó el día que tanto habíamos esperado durante meses.
Con Javi y José Maria vamos al pequeño comedor a desayunar junto a otros corredores hospedados allí de diferentes nacionalidades, entre ellos otros dos españoles.
El comedor y la atención de la señora cocinera era como si estuviéramos en casa de mamá.
Dos tostadas con mantequilla, jamón york, queso, huevos revueltos , tres zumos de naranja y un café bien cargado es el combustible que echo en mi cuerpo...horas y kilómetros más tarde sabré si me he pasado o me he quedado corto.
Regresamos a la habitación y comienza el tradicional ritual para vestirnos, mientras Tom se va desperezando antes de levantarse (ellos, los de 30 salían una hora más tarde).
Ha salido una mañana espléndida, temperatura fresca en la sombra pero agradable en el sol ,sin aire, ...así que decido ir de corto, tirantes y compresoras por aquello del "por si acaso", quizás más mental que físico.
Sobre las ocho y cuarto, y tras despedirnos del resto de compañeros, salimos los tres maratonianos del hotel en dirección, vía metro, hacia la Plaza de los Héroes.
Durante el trayecto "bajo tierra", vamos coincidiendo con multitud de corredores que se van incorporando a los vagones en cada parada, por tanto, que nos podamos perder va a resultar imposible.
Cuando salimos de la estación nos encontramos con un ambiente excepcional en los aledaños de la Plaza.
Y es que, a los más de 25000 participantes que hay entre todas las pruebas que se van a disputar se suman familiares, amigos y público en general que abarrotan la zona de salida y meta, convirtiendo este evento deportivo en toda una fiesta.
Vamos a una carpa a cambiarnos y voy a dejar la mochila, con la foto de mi nena, al guardaropa.
Los tres del barranqué nos dirigimos hacia la zona de salida para situarnos en nuestros cajones respectivos.
Nos despedimos de José María que se queda en el sexto cajón, con la certeza de que conseguirá culminar con éxito su 60ª Maratón (Increíble).
Avanzamos con Javi hasta el segundo cajón, ese que va entre las 3h00 y las 3h30', donde coincidimos con otros dos españoles, de Bilbao.
Se acercan las nueve y media de la mañana.
No entendemos nada de lo que hablan por megafonía (sólo cuando hablan en inglés y palabras sueltas), pero el ambiente y subidón de adrenalina que se genera es enorme.
Si la gente levanta las manos, nosotros las levantamos...que aplauden....aplaudimos...que gritan...gritamos...
A pesar de todo ese bullicio siempre intento encontrar esos dos minutos para mí en los que agarro, beso, rezo y pido ayuda y sobretodo protección a esos amuletos y pulseras que llevo y a los que me aferro siempre para buscar fuerzas cuando casi están a punto de abandonarme.
Comienza la cuenta atrás....último abrazo con Javi...últimos resoplidos, últimos saltitos de nervios.
Javi me señala a los guías de las 3h30' que están más adelante, pero le digo que no me voy a "pegar" por irme con ellos de salida...quiero hacer mi carrera y "sólo" quiero acabar y disfrutar lo máximo.
Mi "táctica" en esta carrera la tengo clarísima..."sólo" quiero hacerla, disfrutarla y acabarla....parece poca cosa, pero sabiendo de mi estado de forma de este año, para mí eso, ya supondrá un enorme logro.
Quiero controlar mi cuerpo y no agobiarme para nada con los tiempos de paso.
Estoy seguro que en el futuro vendrán otras maratones en las que intentaré "obligarme" a exprimirme más pero una así...internacional, que igual es sólo una vez en la vida...no.
Escuchamos en húngaro el "¡Három...Ket....Egy!" o lo que es lo mismo...el "¡tres...dos...uno!" y al sonido de muchas bocinas comienza la carrera.
Nosotros tardamos un minuto justo en pasar por debajo del arco de salida y comenzar nuestros 42195 metros por Budapest.
Nada más salir bordeamos por detrás el impresionante monumento a los Magiares Húngaros de la Plaza de los Héroes y arrancamos hacia la Avenida Andrassy donde realizaremos los tres primeros kilómetros de la maratón, acompañados por un numerosísimo y entusiasta público.
Hemos salido juntos con Javi aunque pasado el primer kilómetro me voy distanciando un poco de él, ...no había nada "pactado" sobre si la haríamos juntos o no, simplemente, esto es la maratón y cada uno debe correr según crea, sin ninguna "presión u obligación" exterior.
Antes de llegar al primer giro de 180º de la carrera (hubo varios en la carrera,  y esto, a los que corremos no nos gusta nada), vemos una banda de música con un grupo coral que están amenizando el paso de los corredores, tanto a la bajada como a la subida de esa gran avenida...es espectacular.
Al ser una avenida muy ancha se corre con comodidad y me da tiempo para mirar los edificios, el público, las camisetas del resto de corredores que conforman una enorme serpiente multicolor y multicultural.
Además del grueso de corredores Húngaros, veo camisetas de franceses, italianos, daneses, alemanes, holandeses, británicos , ¡colombianos!, y cómo no....españoles, hasta un total de 83 que somos los que participamos en la prueba de maratón.
Seguimos callejeando hasta llegar al kilómetro 5 que lo paso en poco más de 24', manteniendo un ritmo constante de 4'40/4'50" que me está resultando muy cómodo.
Es el momento en el vamos a cruzar por primera vez el espectacular río Danubio a través del precioso Puente de las Cadenas (Széchenyi Lánchid) que une Buda y Pest, las dos ciudades que se unieron para formar una sola.
El puente está "escoltado" por cuatro imponentes leones que, según cuenta la leyenda, tomarán vida para defender a los habitantes de la  ciudad si alguna vez esta corre peligro.
Tras el paso por el puente llega a mis oídos música de estilo militar que poco a poco se hace más nítida hasta llegar a un punto, próximo al kilómetro 7,en el que vemos a nuestra derecha el museo del Ejército y a  la Magyar Honvédseg Kösponti Zenekara, la banda del Ejército Húngaro,tocando marchas y con su director saludando y chocando la mano a los corredores...precioso.
Los siguientes kilómetros callejeamos bajo la colina de Buda, donde la víspera estuvimos visitando el mirador del Bastión de los Pescadores (Halászbástya) y la Iglesia de San Matías (Mátyás Templom).
Antes de llegar al kilómetro 8 vivimos otro momento espectacular.
Estamos atravesando el túnel que hay bajo el castillo y en frente vemos a otros cientos de corredores que todavía están cruzando el Puente de las Cadenas, produciéndose una imagen en perspectiva realmente increíble.
Al salir del túnel alcanzamos ya el kilómetro 8 , entrando en la Avenida Bemrkp, al lado del Danubio, cauce que compartiremos consecutivamente bien a la derecha o a la izquierda durante los próximos 17 kilómetros.
Poco antes de llegar al kilómetro 10 alcanzo al grupo de los guías de 3h30' y me meto ahí "resguardado", a ver si soy capaz de aguantar lo máximo posible.
En cuanto he conseguido meterme justo tras los dos guías mi cabeza "me dice"...."¿Lo ves como no hacía falta pegarse un calentón de salida?...poquito a poco los has cogido".
En la maratón, como en la vida, hay que ser paciente y constante...al final todo se consigue, o por lo menos se intenta.
Nos vamos aproximando al kilómetro 12 y ahí ya empezamos a ver ya a los participantes de la carrera de 30 kilómetros que están esperando a nuestra izquierda el momento de incorporarse según sus tiempos a la carrera.
Voy mirando entre esas cientos de caras a ver si puedo ver al resto de expedición de Barbastro.
A pesar de que hay muchísima gente, casi al final del gran pelotón escucho a Blanca gritar y agitar la bandera de España que llevé y unos metros más adelante veo a Pepe y a Tom.
Esas voces conocidas, esos ánimos, esos instantes hacen que uno se venga arriba y se anime mucho más, aunque esto, no ha hecho más que empezar.
En el kilómetro 15 giramos hacia la derecha y entramos ya a la vera del río Danubio, donde a partir del 17 y hasta casi el 20 vamos a ir paralelos a la Isla Margarita (Margitsziget) que está entre las dos "ciudades".
Excepto en el primer avituallamiento (al que no pude acceder por la cantidad de gente que se arremolinaba en él), estoy bebiendo en todos ellos.
Ha salido un día soleado, se está sudando y no hay que dejar de hidratarse, sobretodo para evitar los temidos calambres.
La bebida (agua o bebida energética) la están dando en vasos, así que, cuando recojo el vaso aminoro un poco el ritmo, "pinzo" con los dedos pulgar e indice el vaso y bebo con tranquilidad sin miedo a atragantarme.
Es preferible perder un poco de tiempo así que querer correr en beber y que se te meta por la nariz, o te caiga por encima con el riesgo de coger frío en el estómago.
Me estoy encontrando muy cómodo yendo en ese grupo tan grande junto a los dos guías de las 3h30', pero, me ha surgido un hándicap que ya arrastraba desde la salida y que creía que se me pasaría por "arte de magia".
Siento ser "vulgar" o "políticamente incorrecto" pero....me estoy meando desde antes de la salida y la cosa parece que va a más.
En esos momentos previos a empezar no eran muchas las ganas y las larguísimas colas que había en los urinarios portátiles ubicados en el Parque Varosliget y el gentío que había por todos lados me hizo desistir de hacerlo en ese momento, pensando en que "serán los nervios previos y que ya se pasaría".
Poco antes de llegar al kilómetro 20, en otro punto de avituallamiento veo tres urinarios en la calle.
No lo pienso y me voy hacia ellos, pero, al abrir la puerta del primero veo que está ocupado...y el segundo y el tercero....¡¡también!!....
No habré perdido ni diez segundos en esta "operación" pero aún así me tengo que pegar un arreón para alcanzar de nuevo el grupo de las 3h30'.
Pararía en algún hueco a aliviarme pero por más que mire no hay manera de encontrar un sólo tramo sin nadie de público.
Iré aguantando a ver si , según pasan los kilómetros va desapareciendo o me tengo que ver obligado a usar métodos de urgencia, quizás menos higiénicos.
Antes del paso del medio maratón vuelve a aparecer Blanca , entre el público animándome..nuevo empujón moral para el cuerpo y la mente.
Mientras, al otro lado del Danubio, podemos deleitarnos la vista viendo el espectacular Parlamento Húngaro, que contempla el paso de la carrera.
Llegamos al ecuador de la carrera, al medio maratón, kilómetro 21....miro el reloj y mi tiempo de paso es de 1h 42'...está genial y lo que es mejor...tengo la sensación de que no llevo tantos kilómetros en las piernas...y esa es la mejor señal posible.
En ese punto tomo mi primer gel Biofrutal de la carrera (llevo 4 en mi cinturón), con la idea prefijada de tomarme uno ahora, otro en el 25, otro en el 30 y el último, el sprint. en los últimos 5 o 6 kilómetros.
Aprovecho para agradecer a Marcos Barranco, de Biofrutal, la gentileza que tuvo con esta veterana e ilusionada expedición , regalándonos unas camisetas y geles para todos.
Detalles así hacen grandes a las personas.
A partir de ahora, pongo mi mente en "modo preventivo y conservador" y decido ir marcándome objetivos "cortoplacistas".
Así que comienzo lo que una vez denominé "charlas con Fer en la intimidad"....parece algo de locos (quizás si que algo o bastante esté), pero a mí, de momento me va dando resultado, por tanto, mientras me vaya funcionando ...seguiré con mi "locura".
Siguiente "punto de control mental y personal", el kilómetro 25.
Y cuando digo "control personal" no es de tiempo, sino de estado físico y psíquico, que es el único objetivo con el que me he planteado esta maratón.
Estoy corriendo muy cómodo y para mi sorpresa se me están pasando los kilómetros muy rápidos.
Tanto, que me da para tararear, sonreír y acordarme muchísimo de Paula cuando pasamos al lado de un grupo de animación que tienen varios altavoces con música puesta y escucho sonar "La Bicicleta" de Shakira y Carlos Vives que tanto le gusta a mi pequeña.
Pasado ese "25", abandonamos momentáneamente la compañía del mítico Danubio y vamos hacia, quizás los cuatro kilómetros con menos público de la carrera, pero que se van a suplir por el cruce que vamos a tener con los que van delante y detrás.
En el giro de 180º llegando al 27 decido ponerme lo más pegado al centro de la carretera para ver al resto de corredores, con la esperanza de poder ver a mis compañeros.
Y así es, camino del 28 veo a Javi que no anda muy lejos de mi al que le grito un "¡¡Vamos Javi...a por la Magiares!!"..otro momento de subidón moral.
Y un poco más adelante me cruzo también con Pepe y Tom que ya casi están alcanzando el ecuador de su carrera de 30 kilómetros.
En el 29 hay otro avituallamiento , sigo bebiendo agua a pesar de que mi vejiga está protestando.
Afortunadamente, un poco más adelante vuelvo a ver varios baños portátiles, así que, me vuelvo a salir de la carrera a ver si ahora tengo suerte.
Salgo de grupo y me voy directo al primero de ellos que gracias a Dios, se abre.
Desde el momento que entro al urinario hasta que acabo controlo con mi reloj el tiempo que pierdo....ya sé que es de muy tarado pero..sé que luego me irá bien para hacer mis cálculos.


El tiempo transcurrido en el "acto" es de apenas 25", que sumados a lo que me ha costado salir de la carrera y regresar podrán haber supuesto unos 40".
No pienso ahora en el tiempo "perdido" ,sólo por el alivio que he sentido en mi cuerpo ha merecido la pena dejar irse al grupo...si puedo ya lo cogeré y sino...mala suerte...yo, a lo mío.
Llego al kilómetro 30, pasándolo en 2h 26'....está genial, mucho mejor que el día que hice esa solitaria tirada larga por el canal , y es que...lo de llevar dorsal e ir en una carrera empuja mucho.
Ese es el momento para "meterme" el segundo gel de Biofrutal en el cuerpo.
Hago mis cálculos mentales y pienso que manteniendo ritmos de 5'/km haría 3h 26' lo que estaría fantástico, pero....esto es la maratón y a partir de este punto es donde realmente empieza lo serio.
Salimos ya de Buda para regresar a Pest, esta vez atravesando de nuevo el  Danubio a través del Puente de la Libertad (Szabadsäg Hid).
Psicológicamente, el haber regresado a la parte de la ciudad de donde partimos y donde debemos llegar, es muy bueno, porque te da un plus de motivación extra que ahora mismo y ya a cada metro es muy necesaria.
En el 31 llega el tercer giro de 180º, que muscularmente me afecta.
Quizás ha sido un mal gesto al girar pero siento molestia en mi isquio izquierdo....aminoro rápidamente el ritmo y en mi cabeza saltan las primeras alarmas.
Lo que decía anteriormente...hasta el 30 todo ha ido, para mi actual estado de forma, extraordinariamente bien, pero, la Maratón no perdona y siempre tiene "ases guardados en la manga" para hacerte tambalear cuando a "ella" le dé la real gana.
Ahora mismo, con esa sensación de hormigueo en la pierna izquierda me he, con perdón,..acojonado.
Temo que a falta de todavía 11 kilómetros para meta, le dé por darme un "latigazo" seco que me deje   en el sitio parado.
Tirando un poco de conocimiento y sobretodo de veteranía y parece que va remitiendo y puedo volver a correr con cierta normalidad.
Mi cabeza intenta transmitir pensamientos positivos y pongo como objetivo llegar al 38.
Ese punto kilométrico está llegando a la Plaza de los Héroes y después los últimos cuatro kilómetros son por el interior del parque hasta llegar a la meta, por tanto, pienso que, una vez allí ya casi estará hecho....iluso...
En el 34 veo entre el público varias banderas españolas, les aplaudo y les grito un "¡¡vamos España!!" que responden en seguida con multitud de gritos y ánimos que me inyectan un poquito más de energía.
Estar a mas de dos mil kilómetros de tu casa, en un país desconocido, pasando por un momento complicado en carrera , ver tu bandera y escuchar esos ánimos hacen que a uno se le ponga la carne de gallina.
Antes de llegar al kilómetro 35, llega un nuevo puesto de avituallamiento.
Saco el tercer gel Biofrutal y lo empiezo a ingerir antes de coger el vaso con agua.
La carrera se ha convertido ya en un "walking dead" humano.
La "alegría" de ritmos de los primeros kilómetros ha desaparecido totalmente.
Ahora los ritmos son inferiores...muchos corredores andando, otros parados haciendo estiramientos para intentar destensar esos castigados músculos después de tanta paliza...esta es la otra cara de la maratón...bueno...creo que esta es la auténtica cara de la maratón.
Mientras avanzo veo un centro comercial que me resulta muy conocido y al momento me doy cuenta que estoy en medio de la Vaci Utca, una de las avenidas más importantes de Budapest y que es paralela a la calle en la que tenemos el Hotel.
Por un momento ese diablillo (unas veces bueno y otras malo) que tenemos en la cabeza me tienta a que me vaya al hotel y acabar ya con esta tortura física, pero me "deshago" de él con un virtual manotazo.
No he preparado esta carrera durante tantos meses con la ilusión y disposición que las circunstancias me han dejado, ni he recorrido tantos kilómetros para abandonar y a falta de tan poco para acabar.
He venido a ganarme la medalla de maratoniano y eso es lo que voy a hacer.
Llegando al 36 hay que superar la subida de un puente sobre una carretera que supone una "puya" más para las piernas.
Ese momento es el de recordar aquellos inicios corredores por "Baldorrias" junto a Iván y Jon en el año 2000 cuando este último nos decía..."en las subidas, mirada al suelo, paso corto y brazada larga".
No sé muy bien porqué pero me viene a la cabeza aquella imagen, aquellas palabras y me sonrío para mi mismo...debe ser ya la falta de riego sanguíneo a la cabeza que me afecta.
Esa última subida y el castigo que lleva el cuerpo en estos 37 kilómetros hacen que mi ritmo medio se haya ido hasta los 5'14"...y aún me quedan cinco kilómetros.
Abandono ya la calle Lehel y entro en la Avenida Dözsa Gyorgy que me va a llevar directamente hasta la Plaza de los Héroes, donde estará ese cartel con el 38 que es el que hace ya bastantes kilómetros me había marcado como penúltimo objetivo de la carrera.
Mi cerebro intenta enviar a las piernas,  imágenes, recorridos, pensamientos positivos para afrontar ese último empujón hasta meta.
Llego a la Plaza de los Héroes, miro las imponentes y desafiantes estatuas de los Magiares montados a caballo y pienso que esto ya está, que ahora "sólo" queda darme una vuelta de cuatro kilómetros por el parque.
Trato de imaginar los primeros cuatro kilómetros de "mi" canal...."venga Fer que sólo tienes que llegar hasta la granja de cerdos y ya está...justo hasta el peñón y ya...."
Entro en el Parque Varosliget donde se van a desarrollar esos últimos cuatro mil metros de la maratón.
Siento que voy muy justo, que las piernas están al límite y que esto no va a ser tan sencillo.
Llega el cuarto giro de 180º justo donde está el cartel indicador del kilómetro 39...ahora sí, miro el reloj y veo que marca el tiempo parcial en 5'17"...
A pesar de que mi único objetivo es acabar, me quedaba la esperanza de poder bajar de las 3h30' y visto lo visto y sobretodo sintiendo cómo está mi cuerpo va a ser muy complicado.
Este kilómetro se me está haciendo eterno...el asfalto del parque es muy irregular, con baches constantes que hace que no me atreva a despegar la vista del suelo para no tropezar.
Ahora mismo cualquier "exceso" que haga o cualquier tonto tropezón puede suponer que me quede clavado y me cueste arrancar.
Veo el cartel del 40...me sube ese cosquilleo de emoción por el cuerpo, ese mariposeo que sólo pasa con las cosas muy importantes y se me empieza a nublar la vista.
Todavía quedan dos, pero ver esa cifra de 40, es como empezar a ver la luz al final de este larguísimo "túnel".
Ahora me he ido hasta los 5'28", pero ya me da igual, sólo quiero llegar a meta y llegar bien.
Alcanzar el 41 está siendo otra odisea, veo el cartel al otro lado de la calzada, pero para llegar hasta él he de subir una pequeña rampa.
Rampa de esas que si las ves un día normal ni prestas atención pero en ese momento a uno le parece la Cueña les Cabres del Anglirú.
Y para colmo una vez "coronada" hay que hacer el quinto y último (¡por fin!) giro de 180º.
Comienzo a bajar pero las piernas no me dan ninguna alegría y siento como si el isquio izquierdo se me fuera a partir de un momento a otro.
Aprieto los dientes y aunque suene cursi (me da exactamente igual), pienso en mi hija y sólo hago que repetirme : "¡¡¡dame fuerza Pauli, venga, un poquito más...que te tengo que llevar la medalla que te prometí...vamos Paula...ayúdame".
Como si fuera un mantra lo repito una y otra vez hasta que avisto ya el kilómetro 42.
En ese momento veo al otro lado a Javi que está subiendo ya hacia el 41.
Nos gritamos un "¡¡venga que ya está!!" que nos sale de muy adentro.
Ahora sí que sí, giro a la izquierda y como habíamos quedado por la mañana tras el desayuno,me espera Blanca tras las vallas en el lado derecho.
Me grita, agita la bandera....le hago un gesto con el brazo de victoria, sonrío y me acerco a ella para recoger esa rojigualda con la que tantas veces soñé entrar en meta.
Me la echo a la espalda y continúo corriendo, todavía me queda otro giro a la izquierda para encarar esos últimos 100 metros hasta la ansiada línea de meta.
Ahora sí voy muy crecido, y más cuando al girar, oigo gritos y veo más banderas españolas de gente que no conocía de nada animándome como loc@s...luego supe que eran andaluces...¡de dónde sino!.
Les hago un gesto con el puño de sincero agradecimiento....no veas cómo ayuda eso.
Cuando paso bajo el arco de los últimos 100 metros hay una alfombra de control que a través del chip que llevamos en el dorsal envía la información de quien pasa a una pantalla que hay en meta.
Al momento de pasarla escucho por megafonía a la speaker que tras unas palabras en Húngaro anuncia... "¡Fernando Torres....España!".
Qué puedo decir de ese instante en el que uno escucha su nombre y el de su país tan lejos de casa...el estómago se encoje, el corazón se hincha y el orgullo aflora por todos los poros de mi piel.
Ya estoy a punto de alcanzar el arco final de mi 12ª maratón, la primera internacional, y lo voy a hacer tal y como lo había "visualizado" en mis sueños y tal y como se lo había contado a Javi.
Agarro la bandera con mis manos y la levanto al aire a mi espalda para que vuele al viento mientras cruzo emocionadísimo la línea de meta.
Finalizo Budapest en el puesto 635º de la general, con un tiempo de 3h 30' 43", no buscaba marcas, sino acabarla y disfrutar lo más posible, y lo hice con creces.
¡Ah! y como dato anecdótico diré que fui el 16º español de los 83 maratonianos que estábamos en la capital húngara.
 Tras pasar la línea de meta, beso la bandera, la cruz colgada en mi cuello a mis pulseras amuletos, me santiguo y sobretodo, doy , una vez más, gracias a Dios por haberme protegido.
Cuando consigo reponerme un poco de este primer subidón, viene el segundo.
Me acerco a uno de los chavales voluntarios que están entregando las medallas.
Le estrecho la mano, me quito ceremoniosamente la gorra y las gafas de mi cabeza y dejo que me la imponga mientras me dice "congratulations".
Siempre digo que ellos no son plenamente conscientes de lo que ese momento, ese detalle significa para los que acabamos la maratón...y sobretodo lo agradecidos que estamos.
Esa medalla que "fui a buscar" a Budapest significa MI premio a las catorce semanas que entrené, el 90% de ellas en pleno y duro verano, a esos 772 kilómetros acumulados en mis piernas durante 57 salidas, al tiempo que decidí emplear en ir a correr en lugar de quedarme tirado a la sombra con una cerveza en la mano viendo el tiempo pasar.
Es MI premio por los malos momentos , los sinsabores, los bajones, los días que uno ha estado al límite mental y que sólo el hecho de calzarme las zapatillas y salir a correr al monte o a "mi canal" y soñar con esta maratón, han servido para olvidarme por un rato de ellos.
Ahora ya está a "buen recaudo" en mi cuello e irá directa a esa "friki-colección" de cositas que uno ha ido haciendo en esta vida y que el día de mañana cuando sea viejito seguro me llenarán la cabeza de buenos recuerdos.
Tras la recogida del muy copioso avituallamiento en la línea de meta, espero a Javi que debe estar a punto de llegar.
Así es...llega justo cinco minutos tras de mí, lo que supondría un kilómetro de diferencia.
Ha hecho una carrera excepcional, de menos a más (de hecho creo que si dura un poco más me alcanza) y ha superado los dolores de su pie que le perseguían desde esa operación a principios de año..¡con un par!
Juntos, vamos al guardaropa a recoger la bolsa y cambiarnos de camiseta y después regresar en metro hasta el Hotel a ducharnos y esperar al resto de expedición.
Del resto, Pepe y Tom completaron con éxito su participación en la prueba de 30 kilómetros (sigo convencido que podrían haber intentado acabar la grande) y José María Chéliz....¡qué decir de D.JOSÉ MARIA!....a uno se le acaban los calificativos.
Con 76 años recién cumplidos y su "táctica" de 25 minutos corriendo, 5' caminando completó su 60ª maratón en un tiempo de 5h03' siendo segundo en la general de su categoría...y lo que es más alucinante...con toda la ilusión del mundo por organizar otro viaje así para el año que viene...
Yo...me quito el sombrero ante este hombre.
Finalizó un fin de semana sensacional con una compañía excepcional y con muchas ilusiones renovadas para el futuro....¿siguiente maratón?......por ahí rondan varias en la cabeza....el tiempo dirá.
Gracias Blanca, Pepe, Tom, José Maria y Javi..estuvo genial

"Rendirse no es una opción" - Budapest 2016