martes, 15 de marzo de 2022

ZARAGOZA, LA 137ª, CUANDO SÓLO ACABAR YA ES UN ÉXITO

En este momento de mi vida por el que estoy pasando, con ponerme en la línea de salida de una media maratón y, conseguir acabarla, ya es un logro importantísimo.

Hace unos pocos años, planeaba con mucha antelación e ilusión a qué carreras me iba a inscribir y, en qué estado físico me encontraba para poder afrontarlas con una mentalidad u otra.

A esta media maratón de Zaragoza, me inscribí, casi "sobre la campana", tan sólo un par de días antes de que finalizara el plazo, acreditando un estado de forma muy bajo y gracias al empuje de los mensajes de los días anteriores de Santi y de "Chicote".


No diré los kilos que he "cogido", espero que de prestado, en estos tres últimos años, pero, los suficientes como para que la sensación de rodar largas distancias con la alegría con que lo hacía no hace tanto, haya desaparecido.

A las seis y media de la mañana del domingo salíamos, Santi, "Chicote" y yo hacia la capital para ir a correr, la que debería ser, mi 137 media maratón.

Un viaje ameno en el que volví a sentirme "yo", hablando de carreras, entrenos, recordando momentos y contando anécdotas que nos hicieron sonreír y eliminar un poco de tensión a esos instantes y nervios previos que siempre existen antes de una prueba.

Llegamos a Zaragoza con tiempo de sobra a la hora de salida pero, al encontrarnos cortado el acceso al puente de Santiago hizo que tuviéramos que dar muchísimas vueltas para poder encontrar, in extremis, un sitio para poder aparcar el coche.

De allí, prácticamente cambiados y, a paso ligero, nos dirigimos hacia la Plaza del Pilar a buscar los dorsales, aunque yo, tuve la fortuna de que me lo recogiera mi amiga Raquel el día anterior.

Mientras me cambiaba y colocaba el dorsal en el pecho, iba dando sorbos al café solo que me acababan de servir en la cafetería Santiago y casi, sin tiempo a digerirlo, nos tuvimos que desplazar, rápidamente, hacia la zona de salida, en el Paseo Echegaray.

Durante este trayecto, sentía cómo se me iluminaba la cara al ver y saludar a tantas caras conocidas que se han convertido tan cercanas para mí, después de más de veinte años corriendo pruebas por toda la geografía nacional.

Nos encontramos con los "Cubelos", padre e hijo y juntos nos dirigimos a nuestros respectivos cajones de salida.

Como en el momento de realizar la inscripción fui, perfectamente consciente de qué lugar me corresponde, seleccioné el cajón, cuya horquilla va, entre la 1h 40' y, la 1h 50'.

Tañen las campanas de la Basílica del Pilar, marcando las nueve de la mañana, escuchamos el pistoletazo de salida y, los más de tres mil corredores que estamos inscritos en los 21097 metros iniciamos la carrera.

Al estar en uno de los cajones más retrasados, tenemos que ir andando/trotando hasta que alcanzamos el arco de salida y poder dar inicio a nuestra carrera de manera oficial.

De inicio, vamos juntos, Santi, Pepe, "Chicote" y yo, aunque ya, en los primeros metros, "Chicote" va ganando posiciones y, poco a poco, se va alejando de nosotros.

Giramos hacia el Puente de Santiago y sentimos el aire que nos empieza a dar de manera lateral, aunque, afortunadamente, no tanto como anunciaban las previsiones, algo que, conociendo cómo sopla el "cierzo" en Zaragoza, agradecemos mucho.

A mis compañeros, les comento con ironía, que me tendría que haber hecho una camiseta para correr esta media que pusiera: "Hubo una vez que yo hice aquí 1h 27' ", en recuerdo a esos años dorados en los que, bajar de la "horatreinta" era el objetivo principal.

Durante el callejeo de esos primeros kilómetros, Pepe se descuelga y, seguimos con Santi en dirección al Puente de Hierro que debemos hacer en sentido ida y vuelta, para dirigirnos de nuevo, al Paseo Echegaray donde alcanzamos el kilómetro cinco y primer punto de avituallamiento.

El tiempo de paso en el primer cinco mil es en 25' 21", está dentro de lo previsto.

Hasta el kilómetro siete, primer tercio de la carrera, no abandonamos el paseo donde se ha iniciado la carrera, hasta que girando a la izquierda, iniciamos la subida por la calle San Vicente de Paúl  y alcanzamos el Coso, donde está ubicado el kilómetro ocho de la prueba.

Esa calle, en subida, "pica" a las piernas y estoy seguro que, influirá mucho, en la segunda vuelta, cuando ya nos encontremos en los últimos dos kilómetros para meta.

Ahora llega el tramo más bonito de esta media maratón, el que nos va a llevar a transitar por las calles Don Jaime, Espoz y Mina y calle Alfonso para culminar en la Plaza del Pilar.

Son mas de mil metros los que discurren entre esas calles, donde el público se agolpa tras las vallas para animar a los que por allí pasamos.

Alcanzamos, junto a Santi, la Plaza del Pilar y salimos, de nuevo hacia el Paseo Echegaray, en dirección al kilómetro diez de la prueba.

El paso por este, en la Avenida Pirineos, lo hacemos en un tiempo de 50'10", más rápido que el primer cinco mil y , con la perspectiva de que, sin mantenemos este ritmo, podríamos finalizar la prueba en un tiempo de 1h 45', algo que, para mi "yo presente", ya sería un éxito total.

Vamos manteniendo, durante los últimos siete kilómetros, medias por debajo de los cinco minutos y, lo que es mejor, manteniendo con Santi, una conversación más o menos fluida.

Para llegar al trece, debemos de superar un repecho, en la calle Arquitecto Lafiguera, que se une con los primeros metros del Puente de Piedra, que se me atraganta y hace que empiece a ver saltar alguna "alarma" en mi cuerpo.

Allí, cruzando el puente, alcanzamos a Carlos, otro barbastrense que se une unos metros con nosotros para después descolgarse, poco antes de llegar de nuevo, a la animadísima zona, donde, poco más de una hora antes habíamos tomado la salida.

Volvemos a cruzar el puente de Hierro, dirección a la Avenida Virgen del Pilar y, al Paseo de la Ribera, donde encontraremos el kilómetro quince de la carrera.

Como dato curioso, en esta media maratón, se llegan a cruzar, hasta un total de ocho puentes, usando los de Santiago, el de Hierro, el de Piedra y el de Ronda Hispanidad.

Empiezo a sentir que no voy del todo bien y que la "gasolina" se me está acabando y, le digo a Santi que, si está bien, que tire para adelante.

Él, en un primer momento me dice que no, pero llegando al kilómetro quince y, después de haber vuelto a decirle que se fuera, me hace caso y se adelanta, situación que me alivia notablemente porque siento que no voy a ir a mejor, sino a peor.

Siempre digo que, cuando se da una circunstancia no hay que pensar que se trate de una descortesía, o de dejar "tirado" a un compañero.

Si uno se encuentra bien y, el otro no tanto, el que va bien tiene que estar frenando todo el rato y, el que va mal, tratando de seguir el ritmo, sufre más.

Veo cómo Santi se aleja y yo, bajo otro punto más de ritmo para ver si, poco a poco, puedo ir recuperando alguna sensación buena.


El paso por el kilómetro quince lo hago en un tiempo de 1h 15' 34", 35" peor que el último cinco mil pero, con la negra perspectiva que, mi cuerpo no va a ir a mejor.

Poco a poco veo con impotencia cómo, corredores que, kilómetros antes, había adelantado, me van pasando con suma facilidad, mientras yo trato de "agarrarme" en algún grupo que me cobije y me "lleve" esos últimos compases de la carrera.

Llegar al kilómetro diecisiete de carrera supone tener que atravesar el puente de Ronda Hispanidad, con un inicio en subida que me resulta como un "puyazo" en todo lo alto y que hace que el ritmo medio se vaya, en ese kilómetro a los 5'19".

Me engancho a tres corredores y con ellos llego al final del puente antes de girar a la derecha e iniciar la bajada hacia, una vez más, el Paseo Echegaray.

Kilómetro dieciocho, sigo manteniendo el tiempo medio del anterior pero se empiezan a "encender" varias luces en mi "cuadro de mandos mental".

Me va a tocar sufrir mucho y tirar de "veteranía" para poder afrontar los últimos tres mil metros hasta meta y eso, sabiendo que, esos últimos kilómetros son en los que uno debería llegar más entero para poder disfrutarlos pero, desgraciadamente, esta vez, no va a ser así.

Llego al final del Paseo Echegaray, giro a la izquierda y recibo
otro "puyazo" en las piernas, al tener que iniciar la subida de la calle San Vicente de Paúl.

Me cuesta una barbaridad llegar hasta el cruce con el Coso, donde espera el kilómetro veinte de carrera.

El tiempo total, al paso del "veinte" es en 1h 42' 35", 27'01" el último "cinco mil" y, el paso medio de esos últimos mil metros han sido en...¡5'44"!".


Entro ya en la calle Don Jaime para cubrir el último kilómetro hasta la línea de meta.

Voy con el "depósito" en "reserva" total y no veo el momento de acabar.

Tras pasar por la calle Alfonso, llego a la Plaza del Pilar, para alcanzar el kilómetro 21 (en 5'41") y, cien metros después, cruzar por fin, la línea de meta.

Finalizo mi 137ª media maratón, con un tiempo de 1h 49' 24", la segunda peor marca de toda mi vida pero, como decía al inicio, con la enorme satisfacción, de seguir corriendo y acabando la que siempre ha sido, mi prueba, mi distancia más querida.

Esta ha sido la décima vez que corría en la capital de Aragón, siendo en 2004, la primera, en la que la acabé con un tiempo de 1h 32' 52", otros tiempos...otros kilos...otra vida.

Tras la carrera, el reencuentro con mis compañeros, "Chicote", Santi, Martín y Pepe, cambiarnos un poco, comernos un pincho de tortilla con una coca cola y vuelta a casa con la satisfacción personal de poder seguir con esta ilusión.

"Las ilusiones no se marchitan porque no son flores, sino semillas"

 












sábado, 4 de diciembre de 2021

LA 136, EN LÉRIDA Y, ENTRE TINIEBLAS

Cierto es que, este año, no tenía previsto correr otra media maratón, además de la ya casi "sagrada" de Barbastro pero, tras un cruce de mensajes con Sami a principios del mes de noviembre y comprobar que mi agenda, y de manera casi "milagrosa", la tenía despejada de compromisos oficiales el domingo 21, decidí inscribirme en la Media Maratón de Lérida.

Tras lanzar varios "anzuelos" a amigos, durante las semanas previas, conseguimos formar una "grupeta" de barbastrenses y "aledaños" muy maja, con Sami, Adrián, Fernando, Enrique y Josan.

El sábado, víspera de la carrera y, tras haber completado los inamovibles y tradicionales, diez kilómetros, fuimos a comer con casi todo el grupo de mi queridísima "Vieja Guardia" (sólo nos faltó nuestro "maño", Aurelio), que volvíamos a reunirnos, tras mas de un año y medio sin poder sentarnos alrededor de una mesa.

La comida, como no podía ser de otra manera, fue magnífica, divertida y plagada de anécdotas y, el "tardeo" que hicimos a continuación, no lo fue menos, haciéndose, en mi caso, casi las diez de la noche cuando puse rumbo a casa.

A las siete de la mañana del domingo, sonó el despertador y, en ese momento, prometo que, bien a gusto, me hubiera vuelto a dar media vuelta para continuar durmiendo.

Además del cansancio y tensión que se va acumulando en el transcurso de la semana, se unió un fortísimo dolor de cabeza que me hacía ver las "estrellas".

Puse pie a tierra y tras asearme y vestirme, tomé un café con una deliciosa rosquilla de las que hace mi madre para, a continuación, tomarme un vaso de agua con un paracetamol, a ver si ese dolor, que tanto me estaba molestando, remitía un poco.

Faltaban pocos minutos para las ocho de la mañana cuando salí de casa, dirección a la oficina de Correos, donde habíamos quedado con Sami, Adrián y mi tocayo Fernando para partir hacia Lérida.

El día en Barbastro era fresco, pero soleado, todo lo contrario del que nos encontramos de camino, cuando pasando Monzón, nos topamos de bruces, con una espesa niebla que ya no nos abandonaría hasta llegar al destino.

Tras llegar a Lérida, aparcamos al lado del campo de fútbol y, como la víspera, Sami y Adrián, ya nos habían recogido el dorsal, nos tomamos tranquilamente un café, en la cafetería del Gimnasio Ekke, donde pude volver a reencontrarme con muchos amigos y compañeros que hacía tiempo que no veía y que siempre te dan una alegría, motivación y, volverte a sentir el mismo de siempre .

Los minutos van pasando y se acercan las diez de la mañana, hora de salida de la prueba.

Vamos al coche para cambiarnos y ponernos de corto, aunque bien poco apetece, por culpa de esta intensa niebla que no quiere abandonarnos.

Opto, por camiseta de manga corta, manguitos, pantalón corto y compresoras.

Esta es la equipación que hoy he escogido para pasear este "cuerpo serrano" que en la actualidad puedo "lucir" para disputar, por sexta vez, la media maratón de la capital del Segriá.

Hacemos un leve calentamiento hasta minutos antes de las diez, momento en el que, tras hacernos la foto de rigor para el recuerdo, nos despedimos y deseamos suerte con los compañeros y vamos introduciéndonos en los cajones de salida, ubicados al lado del Gimnasio Ekke.

Cajones, por cierto, muy bien delimitados por colores y marcas.

Yo, llevo dorsal de color amarillo pero siendo sincero diré que, ni me acordaba del tiempo estimado que había puesto en la inscripción, el día que la formalicé.

Una vez colocado en el grupo junto a mi amigo montisonense, Pedro, me entero que ese "corral" es para los que tienen previsto estar en una horquilla de tiempo entre la 1h 36' y la 1h 45'...uf, en estos momentos, no sé si estoy para estar en esa horquilla.

Se oye el pistoletazo oficial de salida y trotando, nos vamos aproximando hacia el arco y alfombra de control de chips donde, ahora sí, damos inicio, de manera real, a la carrera.

Esos primeros metros siempre son de búsqueda de ubicación en el "pelotón" y de ir testeando el cuerpo para valorar las sensaciones físicas.

Giramos a la derecha hacia el Paseo de Ronda, donde vamos a realizar, prácticamente, los dos primeros kilómetros de carrera en un terreno descendente bastante cómodo y favorable.

Yo, me he acoplado al lado del guía de la 1h 45', con la esperanza de ver si puedo aguantar ahí hasta el final.

Acostumbrado a estar cerca o bajar de la hora y treinta minutos, ahora me tengo que conformar con intentar aguantar en estos ritmos....¡quién te ha visto y quién te ve, Fer!.

Antes de llegar a la Plaza del Ejército, nuevo giro a la derecha para iniciar la primera, de las muchas subidas de las que está "tachuelada" esta carrera, que hace que, el grupo se estire y que yo, empiece a acusar una extraña fatiga.

Me está costando mucho poder aguantar en el grupo pero, consigo mantenerme "enganchado" hasta el final del repecho que finaliza un poco más adelante de pasar el punto kilométrico tres.

No estoy encontrando buenas sensaciones de ningún tipo, ni de respiración, ni de piernas, es más, empiezo a sentir una molestia en la zona del empeine del pie izquierdo que no recordaba haber tenido nunca.

Decido, como se dice en el argot ciclista, "levantar el pie", descolgarme del grupo y tratar de poner un ritmo en el que pueda sentirme algo más cómodo y esperar que, por lo menos, remita el dolor.

Hacía mucho que no sentía esa impotencia de ver cómo te van adelantando corredores y te resulta totalmente imposible intentar, si quiera, poderles seguir.

Además, para mayor "tortura" personal, estamos recorriendo varios kilómetros por una zona residencial sin apenas público que hace todo, más tedioso para mí.

Paso el kilómetro cinco, en un tiempo de 25'22", siguen las malas sensaciones y, por mi cabeza, empieza a asomar la posibilidad de una retirada, algo que, hasta el día de hoy, no he hecho en ninguna carrera que he disputado en veintiún años pero que, en este momento y viendo mi situación ya me estoy planteando.

Llega el primer avituallamiento de la carrera, cojo un botellín de agua para mojarme ligeramente los labios, beber un sorbo para, inmediatamente después, escupirlo.

Me alcanzan dos corredores a los que me puedo unir y acompañar durante unos cientos de metros hasta que, inexorablemente, me vuelvo a quedar.

Mis sensaciones no están siendo nada buenas y, lo que es peor, no encuentro a nadie con el que pueda aguantar el ritmo, compartir mis "penas" y, por lo menos , ir pasando los kilómetros de una manera, más o menos, distraído.

Llegando a un cruce, en el kilómetro 8, escucho los ánimos de Raquel, mi compi de muchísimas "batallas" y que este año, por culpa de una lesión, no ha podido participar en la carrera.

Me acerco al lado derecho para saludar, tanto a ella como a su padre y, debe ser tan mala mi apariencia física que, hasta le cambia el rictus de su cara al verme, pensando, como me dijo al finalizar la carrera, que creía que me iba a retirar en ese momento.

Y ciertamente, no era muy descabellado su pensamiento porque no estaba encontrando, en ningún momento, ni el ritmo, ni las sensaciones ni la motivación necesaria para seguir sufriendo durante todos los kilómetros que todavía me quedaban por delante.

Tras pasar el kilómetro nueve, giramos hacia la derecha para iniciar la calle del Barón de Maials, donde alcanzaremos el kilómetro diez de carrera y, segundo punto de avituallamiento líquido.

Ese tramo es, en ligero descenso y alcanzo a dos corredores que me habían adelantado kilómetros atrás y a los que me acoplo enseguida.

Se tratan de Rafa Serrano, que ya me seguía por redes sociales y, Josep Mimbrera, un corredor que con, setenta y un años, ahí está dándole, como todo un campeón.

Cuánto me recuerda a mi buen y admirado amigo barbastrense, José María Chéliz que, con sus ochenta y un años, acababa de disputar, recientemente, su cuadragésima maratón de Barcelona, siendo, el único deportista que ha participado en todas las ediciones de la maratón de la ciudad condal..,para hacerle un monumento vamos.

Los tres juntos llegamos al animadísimo y gracioso punto de control y avituallamiento del kilómetro diez, con un tiempo total de 50'20", unos veinte segundos mejor que el primer cinco mil.

Afortunadamente, mis sensaciones están siendo un poco mejores que las que tenía unos kilómetros atrás y creo que eso es debido, en buena medida, a la compañía y a la agradable conversación que estoy trabando con Rafa y que está haciendo que mi mente se evada y aparte los malos pensamientos y molestias que tenía anteriormente. 

En estos últimos kilómetros se nos ha unido otro corredor, Néstor, que resulta que me conoce y con el que empiezo a llevar una buena conversación.

Con el ambiente que marca en el kilómetro doce una grupo de batucada, este, de momento, cuarteto, dejamos atrás la avenida de Tortosa para girar a la izquierda y recorrer los siguientes dos kilómetros por una zona sin apenas público y en un continuo sube y baja.

Cuando iniciamos la subida que nos conduce a la rotonda, que deberemos bordear, situada en la calle Lorenzo Agustín Clavería, Rafa y Josep se descuelgan y, me quedo sólo con Néstor.

Afortunadamente, la niebla se está levantando y el sol empieza a dejarse ver y a brillar, aunque sea de manera tenue, haciendo que, la sensación de frío y humedad que teníamos desde primera hora de la mañana se vaya atenuando.

Al llegar al kilómetro catorce, veo y escucho a David, marido de Raquel que, ejerciendo sus labores de control del tráfico, como Guardia Urbano, me da unos "discretos" gritos de ánimo, con frases tales como:

"¡Joer, el alcalde de Barbastro, no sabía que esta carrera era tan importante!" ó "¡Tendrás que entrenar más o que te den una camiseta más grande!"....

Frases que, lejos de molestarme, me hacen sonreír a mí y a mi compañero.

En la calle Camino de Picós, alcanzamos el kilómetro quince de carrera, miro el reloj y veo que marca un tiempo total de 1h 15' 48", 25'28" el último cinco mil, el peor de los tres que llevamos.

En ese momento me viene un "flash", pensando que, la cabeza de carrera ya ha llegado a la línea de meta y que Sami, si todo le ha ido bien, estará a punto también de finalizar este reto/experiencia que se ha marcado, corriendo su primera media maratón.

Tras haber cogido otro botellín de agua en el avituallamiento, la carrera nos lleva a cruzar, durante algo mas de un kilómetro, el parque de los Campos Elíseos y, al salir, ya en el punto kilométrico dieciséis, cruzamos el imponente puente de Príncipe de Viana.

Tenemos muy cerca, a la vista, el grupito del guía de la 1h 45', ese con el que empecé la carrera y del que me tuve que descolgar a las primeras de cambio porque no podía aguantar el ritmo.

Volverlo a tener al alcance me da un plus de motivación y ánimo del que tan necesitado estoy buscando últimamente.

A nuestra derecha dejamos la estación del tren y en la Plaza del Conde de Berenguer IV, giramos a la izquierda para iniciar la Rambla Ferrán que, en sentido de ida y vuelta, haremos los siguientes tres kilómetros.

Al inicio de la rambla, mi compañero "temporal" del día de hoy, Néstor, se queda, "levanto el pie" en varias ocasiones para ver si puede coger mi ritmo pero me dice que no puede y que siga para adelante.

Lo hago así y, me marco como objetivo alcanzar el grupo del guía de los noventa y cinco minutos que, con esa disminución del ritmo que había hecho en los metros anteriores para ver si, mi compañero, podía volver a mi lado, se ha alejado un poco más.

He de decir que, poder integrarme al grupo del guía, me cuesta un "calentón" importante que, dado mi estado físico actual supone un sobre esfuerzo que espero no lo pague, en lo poquito ya, que resta de carrera.

Es un poco más adelante del giro de 180º, al final de la rambla, ya en el kilómetro dieciocho cuando logro incorporarme al grupo, donde intento buscar una posición cómoda que me permita coger aire y ritmo hasta meta.

Finalizamos la Rambla Ferrán, en el kilómetro diecinueve, giramos, de nuevo a la izquierda, para iniciar la subida por la Calle Príncipe de Viana, donde llegaremos, a la altura de la Plaza de Europa al kilómetro veinte de carrera.

Tiempo de paso, a falta de poco más de un kilómetro para la línea de meta,1h 41' 16".

25'28", este último cinco mil, mismo tiempo realizado que en el "cinco" anterior, por lo menos, he mantenido esa regularidad.

Cuando iniciamos la subida por el Paseo de Ronda, el guía nos insta a los dos corredores que vamos, a ambos lados suyo, a que tiremos para adelante e intentemos mejorar un poco la marca, ya que él no va a cumplir el tiempo que tenía fijado hacer por encargo de la organización.

Desconozco qué ha podido pasar durante los kilómetros en que yo no pude estar en ese grupo para que el tiempo se le haya ido más de dos minutos por encima de lo que tiene marcado en la banderola que sirve de referencia como uno de los guías.

Bien, o no ha sabido regularse como debía (a esos "cinco por kilómetro" que tenía que marcar) o, ha tenido algún tipo de problema físico que, en una prueba de estas características, puede suceder perfectamente, que todos somos humanos.

Ya, en plena "ascensión" por el Paseo de Ronda y, a falta de menos de un kilómetro para finalizar, doy un pequeño cambio de ritmo y salgo del grupo para tratar de alcanzar al compañero que había salido unos instantes antes, ponerme tras él e intentar que me "lleve", a su rebufo, durante el tiempo que pueda mientras la calle siga empinándose.

Por fin "coronamos" esta última subida del recorrido, giramos a la derecha y encaramos, los últimos metros de la media maratón.

Con el compañero de este último kilómetro, hacemos un acelerón final,(más por "honrilla" que por fuerzas y sentido común) y cruzo la meta de mi 136ª media maratón, con un tiempo de 1h 47' 28", unos veinte segundos mejor que en Barbastro, hace un par de meses.

Estoy "más contento que Chupina" (*).

Dada la situación personal en la que estoy en este momento, poder seguir corriendo, poniéndome, de vez en cuando un dorsal y acabando, sólo acabando, una prueba tan exigente como es la media maratón me hacer sentir muy feliz y en paz conmigo mismo.

Tras recoger el avituallamiento final de carrera, llega ese, siempre bonito momento del reencuentro con los amigos y compañeros de carrera para comentar los pormenores y experiencias y anécdotas que nos han pasado.

¡Ah! y en esta ocasión, mi total admiración con Sami que, en la primera media maratón que corría, sin prepararla específicamente y saliendo de inicio, como se suele decir en el argot deportivo, "con el cuchillo entre los dientes", hizo un marcón de 1h 17' 12", finalizando el 18º de la general absoluta, un auténtico "bestia".

Ahora, sólo pido y espero que, el próximo año, pueda seguir corriendo y, disfrutando de este bendito "veneno" que son las carreras.

"Mantente fiel a tus sueños de juventud".-Friedrich Schiller. 


(*) ¿Sabéis cuál es el significado de la expresión, "más contento que Chupina"?.

El Tío Chupina fue el cabecilla de una cuadrilla de bandoleros que, durante el siglo XIX, "operaban" por la zona de Soria y que, cuando robaban un buen botín, se iban llenos de alegría.

Esa frase se acuñó como dicho popular para expresar la alegría y satisfacción de alguien cuando había conseguido algo bueno.









sábado, 30 de octubre de 2021

LA 135, EN BARBASTRO Y, DISFRUTANDO COMO NUNCA

Cómo la segunda peor marca en media maratón de mi vida, se pudo convertir en la que más disfruté y me divertí.

Desde hacía un año justo, bueno, para ser más exacto, 364 días, no me había colocado un dorsal en el pecho ni había corrido más de dieciséis kilómetros seguidos en alguna de mis salidas.

Así que, con estos "mimbres" y 1629 kilómetros acumulados en mis piernas, desde la última media maratón que había disputado en 2020, me inscribí para correr la 29ª edición del Medio Maratón Ruta Vino del Somontano, mi media preferida, como he dicho tantas veces, la "niña de mis ojos".

De entre todas las cosas buenas que me ha aportado y me sigue aportando "esto del correr", la que sin lugar a dudas más valoro es, esa gran cantidad de buenos amigos que he ido haciendo a lo largo de estos veinte años que llevo participando en diferentes carreras por toda España.

Y uno de ellos es mi buen amigo, el aspense, Pedro Mira que, desde el año 2010, viene hasta Barbastro para montar el arco de meta, suministrar camisetas y, por supuesto, participar en la carrera. 

El sábado por la tarde, quedé con él, Víctor y David, compañeros y amigos que vinieron a acompañarle a nuestra ciudad, en la tienda de Julián Mairal, para recoger el dorsal , la bolsa del corredor y, cómo no, tomarnos un par de vinos y algún platito de buenos embutidos.

He de confesar que, la noche previa a la carrera no dormí del todo bien, estaba inquieto, nervioso y, lo que es peor y hacía mucho tiempo que no me pasaba, inseguro.

Creo recordar que, desde aquel uno de abril de 2001, cuando corrí mi primera media maratón en Sabiñánigo, nunca había estado tanto tiempo sin correr, la que siempre he considerado como mi distancia favorita.

Antes de que sonara el despertador, sobre la siete de la mañana, ya estaba con los ojos abiertos y con ese nudo en el estómago de los días importantes.

Tras el desayuno y, comprobar varias veces que llevaba todo lo necesario en la mochila (manías de uno), me dirigí hacia la zona de salida con tiempo suficiente para poder aparcar, socializar un poco con compañeros y amigos y prepararme con calma.

Ha salido una mañana de domingo soleada y parece que, la temperatura a la hora de la salida y durante la carrera no va a ser excesivamente calurosa.

Me produce una enorme alegría volver a ver, tras tanto tiempo, a muchos compañeros del club y a los fieles amigos de fuera de Barbastro que, año tras año acuden a esta histórica cita del calendario atlético.

Después de veinte años corriendo y, 134 veces realizando esta distancia, mi único y principal objetivo en este día, volvía a ser el mismo que en la primera, poder acabarla.

Por ello y, tras hablar con mi primo José Antonio que la quería hacer con unos amigos en un tiempo de dos horas, decidí, si me aceptaban claro, unirme a ellos.

La salida está programada a las nueve y media de la mañana y tal y como marca el protocolo Covid (afortunadamente, un poco más permisivo que en la edición anterior), nos vamos colocando en la zona de salida, manteniendo las distancias y, haciendo uso de la mascarilla que, podremos quitarnos, una vez se haya dado la salida.

Puntual, como no podía ser de otra manera, se da el pistoletazo de inicio a la prueba e iniciamos la tradicional bajada por la Avenida San José María Escrivá de Balaguer en dirección hacia Corona de Aragón.

Es inevitable, como pasa siempre, que esos primeros instantes de carrera todo el mundo salga de una manera más "alegre" que lo que debiera, aunque, en esta ocasión, no es mi caso.

Miro hacia detrás a ver si me alcanza el grupo de mi primo y Yago pero antes, se unen a mí, David, Pablo y mi fiel amigo Iván, con quien corrí y acabé mi primera media maratón pero que hoy, se ha inscrito a la prueba del cuarto de maratón.

David "me camela" para que vaya con ellos y yo, que soy de "buen conformar", me quedo en ese grupo.

El circuito se cambió la pasada edición, dejándose de realizar el recorrido de ida y vuelta que unía Barbastro, Castillazuelo, Pozán de Vero y regreso, que se hizo desde los años 2006 hasta el 2019, para convertirse en dos vueltas con una misma distancia de 10'5 kilómetros por vuelta.

Un trazado más llano y para mí, más atractivo y ameno, al tener dos pasos por Barbastro y menos zonas de "soledad" para el corredor.

El "cuarteto" que nos hemos reunido mantenemos un ritmo de "crucero" de casi cinco minutos el kilómetro y, lo que es más importante, llevando todo el rato una conversación fluida y divertida.

Al llegar al que nosotros conocemos como "cruce de las bodegas", giramos a la derecha para entrar en las instalaciones de Viñas del Vero, donde se encuentra un avituallamiento y en el que los ánimos, entre otros, de Jerzy y mi primo Joaquín, nos insuflan aire fresco y fuerza pero eso sí, con la promesa que, en la siguiente vuelta nos tendrán preparado un poco de vino blanco bien fresquito.

Tras salir de Viñas del Vero, atravesamos la zona ajardinada de la Bodega Lalanne e iniciamos el camino de regreso a Barbastro, pasando por otro animadísimo punto de avituallamiento, en la entrada de la tercera bodega, Pirineos.

He de decir que, tal y como van pasando los kilómetros, me estoy encontrando bastante bien y eso, me va motivando, siempre con la cautela de ser sabedor que, mis piernas, tal y como decía al principio, no habían pasado de los dieciséis kilómetros prácticamente en un año.

Salimos de la carretera comarcal y, nos dirigimos, por el puente de Santa Fé hacia el interior de Barbastro, donde esperamos recibir un poquito de ese, siempre agradecido, calor del público.

El Bar "El Moliné" es, para los espectadores, la "tribuna" perfecta para ver el paso de los corredores, cómodamente sentados mientras se toman una cervecita y alguna tapa, para sana envidia de los que, por allí, pasamos sudorosos y con fatiga.

Atravesamos la calle Las Fuentes, cruzamos el puente de San Francisco, la plaza de la Diputación y calle Corona de Aragón, antes de girar a la izquierda e iniciar la subida hacia la línea de meta en, el primer paso, tanto para David, Pablo y yo, y, el final de carrera para Iván.

A falta de cien metros, Iván se sitúa en el carril más a la derecha para alcanzar la meta del cuarto de maratón, mientras que nosotros realizamos el segundo bucle de 180º de la carrera para iniciar la segunda parte de la prueba.

Nada más pasar el punto intermedio tenemos un nuevo avituallamiento líquido, cojo botellín de agua, un par de sorbos y, como ya me he ido acostumbrado últimamente, lo guardo en mi mano hasta el siguiente punto...debe de ser la edad.

Salimos de Barbastro, recibiendo los "vítores" y ánimos de nuestros "incondicionales" y regresamos a la carretera para dirigirnos de nuevo hacia las bodegas donde, para mí, se encontrará mi momento clave para saber en qué condiciones podré acabar, o no, la carrera.

Sigo sintiéndome, físicamente, mucho mejor de lo que pensaba y esto, me hace ser muy optimista.

Además, llevamos con mis compañeros, toda la prueba hablando, contando "batallas", anécdotas de nuestra vida y de nuestro día a día y riéndonos, en algún momento, casi a "mandíbula batiente".

Hemos pasado la Bodega Blecua y ahora sí, siento que las piernas ya no llevan la "fluidez" que querría, de hecho, en algún momento me tengo que quedar un poco de David y de Pablo e incluso invitarles a que se vayan para adelante, cosa que no hacen, lo cual agradezco enormemente.

Los dos, una semana después van a disputar la Ultra Trail de Guara, más de cien kilómetros "sube y baja" por la sierra que recuerdo muy bien, por tanto, se están tomando esta carrera como una tirada larga.

Como curiosidad e inciso diré que, en este 2021, se cumplen diez años desde que hice aquella Ultra y, en la que, nada más cruzar la línea de meta, tras veintidós horas por el monte, le dije a Javi Subías, entonces organizador: "No la correré nunca más...", y, de momento lo he cumplido.

Entramos en las instalaciones de la Bodega Viñas del Vero, trazamos el tercer y último giro de 180º, justo en el kilómetro quince de la prueba y, avanzamos al siguiente punto de avituallamiento, donde tal y como nos habían prometido Jerzy y, mi primo Joaquín, nos esperan con un fresquito vino blanco para brindar.

Ninguno de los "tres mosqueteros" que estamos compartiendo carrera, dudamos ni un momento en pararnos, coger los vasos, brindar, bebernos tranquilamente el fresquísimo y exquisito vino blanco e incluso David, se coge un trocito de embutido para acompañar.

Mientras realizamos esta novedosa parada en "boxes" que hemos improvisado, nos adelantan varios corredores/as, entre ellos, nuestro compañero Dani, pero, en esta ocasión, a ninguno de los tres nos importa eso, ni la marca ni la posición final en la clasificación.



Es más, comento que, de todas las medias maratones que he disputado es la segunda vez que he parado.

Curiosamente, las dos en Barbastro, una en 2018, cuando salí con el objetivo de bajar de los novena minutos y "reventé" físicamente y, la segunda, aunque muchísimo más divertida y relajada, en esta edición.

Tras realizar las pertinentes despedidas y agradecimientos a esos dos magníficos anfitriones que nos hidrataron más que bien, iniciamos los últimos seis kilómetros de la media maratón.

Hacía tan sólo unos instantes, antes de la parada, decía y sentía que se me estaba acabando la "gasolina", que, el "piloto rojo" de mi cerebro ya había empezado a parpadear y eso era señal más que evidente de que, a partir de ese momento me iba a tocar sufrir y "negociar" con mi cuerpo, metro a metro hasta el final.

Pero esa parada, ese respiro y, estoy convencido que, ese vasito de vino (obviamente siempre con "talento"), me han recuperado notablemente y, mis sensaciones son bastante mejores.

Cruzamos, por segunda vez, el arbolado pasillo exterior de la Bodega Lalanne y tomamos dirección hacia Barbastro con las fuerzas y los ánimos renovados, "neutralizando", poco a poco, a varios de aquellos corredores/as que nos habían adelantado en nuestro improvisado avituallamiento anterior.

Durante todo el recorrido hemos estado manteniendo el ritmo en torno a los cinco minutos por kilómetro según lo que habíamos acordado al iniciar la carrera y, sinceramente, para mí, ese es el que actualmente puedo mantener de manera un poco "digna"...
Espero y deseo que volverán tiempos mejores, estoy seguro.

Abandonamos la carretera comarcal y, en el avituallamiento del puente de Santa Fé, alcanzamos a Dani que se había parado a saludar a sus hijas que estaban de voluntarias en ese punto.

El terceto pasa a convertirse en un cuarteto de "viejas-grandes glorias" del Club Atletismo Barbastro y juntos, continuamos esos dos últimos kilómetros hasta la meta.

Mis piernas me están "recordando y protestando" porque hacía mucho tiempo que no les hacía correr tantos kilómetros, pero, he de decir que, están sacando energía de donde no la tenían para, por lo menos, dejarme acabar esta media maratón, tan querida para mí.

Cuando estamos pasando por la calle de los Cubos, se nos pone un nudo en el estómago al recordar cómo hacía un año y mientras corríamos esta misma carrera, David y yo, íbamos junto a Alex ("Polaco") y, en ese punto, él saludaba divertida y muy efusivamente a toda su familia que allí le esperaban para animarle.

Tan sólo un mes después y, mientras los dos, David y Alex, entrenaban en bicicleta, un malnacido borracho y drogado los atropellaba , produciendo la fatal y tristísima muerte de Alex.

Nunca le olvidaremos.

No le pongo nombre, porque no estoy seguro de quién fue, aunque afirmaría que sí, pero, uno de los que nos están viendo desde el Bar de "El Moliné", al vernos pasar hablando nos dice:

"¡No me puedo creer que llevéis toda la carrera hablando!".

Pues, la verdad es que fue así y, podría decir que, de todas las medias maratones que he corrido en estos últimos veinte años, esta, sin lugar a dudas, ha sido en la que más he disfrutado y me he divertido y eso, dice muchísimo de mis compañeros de carrera.

En la calle Corona de Aragón, antes del último giro y los últimos metros de la carrera empezamos a felicitarnos y darnos las gracias por el apoyo pero sobre todo, la compañía que hemos encontrado los unos con los otros

Encaramos ya la subida hacia la línea de meta, David se descuelga un poquito para entrar con sus hijos y, el resto cruzamos la línea de meta en un tiempo oficial de 1h 50' 00".

Como les comenté mientras estábamos tomando el vino en la bodega, yo, paré el crono en ese momento, por tanto, en meta, por primera vez en nuestras vidas, íbamos a tener tres tiempos:

El primero, el oficial de la carrera que, para el que no lo sepa es, en el momento en el que suena el disparo de salida, independientemente de dónde estés situado y en ese marcamos: 1h 50' 00"

El segundo, el tiempo real, que es el que te marca el chip, es decir, desde el momento en que uno pasa la alfombra de control de la salida y la vuelve a cruzar en meta.

Aquí el tiempo real fue de: 1h 47' 57".

Y por último y, como total novedad, está el tiempo con parada en avituallamiento para tomar un vino, que por primera vez realizamos y cuyo tiempo fue de: 1h 49' 42". 

Después de la carrera y, tras avituallarme, atender a los medios, cambiarme de ropa en el coche y asearme con unas toallitas higiénicas ya que, por temas Covid, no había duchas, me tocó realizar la parte institucional que me corresponde en la actualidad, entregando los premios.

Así pues y, haciendo un breve resumen diré que, finalizo mi 135º media maratón, vigesimoprimera consecutiva en mi ciudad y en mi carrera favorita, con tres tiempos para elegir y, con una sensación de satisfacción personal igual de buena que, cuando conseguía hacer marcas por debajo de los noventa minutos con facilidad y eso fue gracias a la compañía de David, Pablo, Iván y Dani.

Si la salud, mis obligaciones y mis piernas me lo permiten, nos volveremos a ver de corto, mi "hábitat habitual", muy pronto.

"No pierdas de vista las raíces, los cimientos, las bases. Todo lo que no se ve es lo que nos sostiene".







 



domingo, 27 de septiembre de 2020

BARBASTRO DIO UNA LECCIÓN. CAYÓ LA 134

Quién me (nos) iba a decir, hace tan sólo seis meses que, para disputar una media maratón deberíamos hacerlo siguiendo unos protocolos tan estrictos y restrictivos a causa de la pandemia derivada de la Covid-19.

El domingo 8 de marzo, estábamos celebrando la octava edición de la Carrera de la Mujer de Barbastro y, unos días después, ya no sólo nuestra ciudad sino todo el país, quedábamos confinados en nuestras casas durante casi cien días, en un Estado de Alarma jamás conocido por nuestra generación.

A partir de ese momento, todo se paralizó, quedó en suspenso o, directamente se suspendió.

El Club Atletismo Barbastro decidió, en el mes de julio, dar un paso adelante para sacar adelante la 28ª edición del Medio Maratón Ruta Vino del Somontano que, una vez más, y creo recordar que ya es la novena ocasión en sus veintiocho ediciones, había sido elegido como sede del Campeonato de Aragón de la distancia.

Mi situación no ha sido para nada fácil ya que, las suspicacias y la mala "baba" siempre está presente y más, en estos tiempos donde cualquiera puede "vomitar" por su boca o por las redes sociales todo aquello que le venga en gana, sin necesidad si quiera de cotejarlo.

Haber sido presidente del Club durante seis años y ahora ser, alcalde de mi ciudad, me ponía en el punto de mira de cualquiera que quisiera utilizarlo en mi contra, por presuponer una cierta "permisibilidad".


La realidad ha sido bien distinta ya que, la exigencia, con todos los protocolos y medidas que se debían adoptar, ha sido muy superior.

Una vez pasada ya la carrera he de decir que me siento orgulloso del excepcional trabajo que ha realizado el Club Atletismo Barbastro y que tan bien ha sido valorado tanto por corredores, jueces, periodistas y participantes en la prueba, demostrando que con seriedad y responsabilidad se pueden hacer las cosas con todas las garantías.

A pesar de que tuve un sábado muy intenso de actividad , quise levantarme pronto el domingo y, acercarme a la zona de salida para ofrecer mi ayuda donde se me pidiera.

Una vez allí, vi que, prácticamente todo estaba controlado así que pude dedicarme a saludar a tantos amigos y compañeros que hacía meses que no veía y con los que pude volver a compartir experiencias.

Esta edición, era especial.

Especial, en primer lugar por la extraordinaria, y jamás conocida, situación que nos está tocando vivir.

Especial porque si, todo iba bien, sería mi 20ª participación consecutiva en la que siempre ha sido "mi carrera" y, especial porque se estrenaba un nuevo circuito, el cuarto desde que, en 1993 se dio el pistoletazo de salida a la 1ª edición del Medio Maratón Ruta Vino del Somontano y, por tanto, tenía mucha ilusión en poder haber participado en los cuatro circuitos de la misma.

Haciendo un poco de historia, desde 1993 a 2002, la prueba llegaba hasta Salas Bajas, un recorrido, bastante duro, en su primera parte y cuyas mejores marcas fueron las del tanzano, Benedict Ako, en 1995 con un 1h 04' 14" en categoría masculina y, en la femenina, la ecuatoriana, Sandra Ruales, con un tiempo de 1h 17' 31", en 2002.

En 2003, se modificó el recorrido, siendo un trazado que primaba más lo urbano, por la ciudad de Barbastro y que tenía, su punto de inflexión en Castillazuelo.

Este circuito estuvo vigente durante tres ediciones (hasta 2005) y las mejores marcas fueron las del marroquí, Abdelhadi El Mouazhi, con un tiempo de 1h 03' 32", en categoría masculina, en el año 2003 y, en 2005 y en categoría femenina, la también atleta marroquí, Kambouchia Soud, con un tiempo de 1h 15' 10".

En 2006 y debido a los grandes problemas de tráfico que se ocasionaban en la ciudad de Barbastro, hubo que volver a cambiar de circuito, siendo, desde entonces y, hasta la pasada edición en 2019, el que unía las localidades de Barbastro-Castillazuelo-Pozán de Vero y, regreso.


En este circuito las mejores marcas fueron las de marroquí, Yassine Abbatourab, en 2007, con un tiempo de 1h 06' 44" y, en categoría femenina, el de la tarraconense, Mireia Sosa, el mismo año, con un tiempo de 1h 22' 28".

En esta ocasión se apostaba por un circuito a dos vueltas, con menos desnivel y, el paso por el interior de dos bodegas.

Yo, que siempre me había erigido como un defensor a ultranza del anterior circuito, vi con buenos ojos esta modificación y, creo que, a la postre, ha resultado muy positiva en tres aspectos fundamentales: para el organizador, para el participante y, para el público.

Vuelvo a esa mañana del 20 de septiembre.

El día ha salido espléndido, con sol y una muy ligera brisa.

Tras tomarnos un café junto a Manolo Barras y Paco Jordan, me voy al coche a vestirme de corto y ponerme, de nuevo un dorsal.


Desde el pasado 16 de febrero, en la media maratón de Balaguer, no había vuelto a sentir ese momento de situar, con los imperdibles, un dorsal en el pecho.

Me dirijo con la, de momento, inseparable mascarilla, hacia la zona de salida, donde me he de ubicar en el segundo cajón de salida siguiendo los protocolos establecidos por las federaciones de atletismo y sanidad.

A las nueve y media de la mañana se da la salida al grupo de corredores élite que están ubicados en el primer cajón y, treinta segundos después, al nuestro.

Yo sé que si estoy ahí, tan adelante, es por un "cariño" que se me ha hecho por parte de la organización, ya que, mis tiempos "gloriosos" ya casi los percibo en mi retina, en "blanco y negro".

Pasan los años y me sigue recorriendo un hormigueo en el estómago cuando inicio la bajada de la Avenida San José María Escrivá de Balaguer.

Giramos a la derecha hacia la Calle Corona de Aragón y, por primera vez, en lugar de girar hacia General Ricardos y, Paseo del Coso, nos dirigimos hacia la Plaza de la Diputación, Puente de San Francisco y Calle Las Fuentes.

Me he puesto a la par del compañero fragatino, José Manuel Segurado, fiel participante, como yo, en tantas carreras, esperando que nos alcance el siguiente grupo para irme con algún compañero del Club.

Es, por la Calle Las Fuentes cuando nos van superando corredores del tercer grupo y, ahí llega David Bestué, con el que ya habíamos hablado antes de la salida para ir a un ritmo de cinco minutos el kilómetro.

Me despido de José Manuel y, nos vamos con David hacia la Calle Los Cubos, donde se pasa el primer kilómetro de carrera, para dirigirnos hacia la Ronda Norte, en dirección al Barrio de San Juan y, de ahí hacia el Puente de Santa Fe, lugar fijo y mítico de las veintiocho ediciones.

Un pequeño repecho nos conduce a la carretera comarcal A-1232, poniendo rumbo hasta el "cruce de las bodegas".

Yo, me he equivocado al pulsar el botón de mi crono a la salida y, cuando me he querido dar cuenta, llevábamos ya unos setecientos metros, por tanto, mis referencias son, las que me "canta" David y los dispares kilómetros en los que suene el "beep" de mi reloj.

Nos van adelantando corredores de cajones posteriores, hasta que, nos alcanza, Alex Sierra, "el polaco" y, decide acompañar a este par de "viejas glorias".

Cuando llegamos al cruce de carreteras, Castillazuelo/Salas Bajas, giramos a la derecha para entrar y atravesar las instalaciones exteriores de la Bodega Viñas del Vero, con alfombra roja incluida y, posteriormente, cruzar todo el arbolado pasillo de la Bodega Lalanne e incorporarnos, de nuevo, a la carretera comarcal para regresar hacia Barbastro, en esta primera vuelta.

La verdad que, este cambio e innovación de atravesar las bodegas le da un toque mágico y un buen y merecido homenaje al "apellido", Ruta Vino del Somontano, que, desde la primera edición ha tenido nuestro medio maratón.

Este trío que hemos formado, David, Alex y yo, no dejamos de hablar en ningún momento sobre entrenos de correr, en bicicleta, alimentaciones, etc....

Temas que me apasionan, me gustan, me hacen feliz y hacen que pueda evadirme de los innumerables frentes, problemas y sinsabores que toca afrontar a diario.

Ponemos rumbo hacia Barbastro, con unos ritmos intermedios que no bajan de 4'50", por tanto, muy por debajo de lo que ,a priori, habíamos "pactado" en la salida.

Pasamos el Puente de Santa Fe, dirigiéndonos hacia la rotonda del Barrio de San Juan, tomar unos metros la Ronda Norte y, dirigirnos, por la Calle Los Cubos al centro de la ciudad.

Psicológicamente, el hecho de llegar al final de la Calle Corona de Aragón, girar a la izquierda y, emprender la subida hacia la zona de salida/meta, sabiendo que aún te queda una vuelta más es complicado, pero, de momento, físicamente me encuentro bien y, aunque sé que me faltan kilómetros en las piernas, sólo por el hecho de haber llegado a la mitad del recorrido, sin dejar de hablar y sin fatiga ya es un éxito.

Pasamos bajo el arco principal haciendo un giro de 180º ,cogemos agua en el avituallamiento y, emprendemos la segunda vuelta al circuito.

Entre los gritos de aliento y ánimo que llegan desde las aceras, y a los que, tratamos de responder a todos, hay uno, una voz, que reconozco y a la que me giro para saludar.

Es la de mi padre, que no ha fallado ni uno solo de los veinte años que llevo corriendo esta carrera y que sé, en la actualidad, de su preocupación por mi salud física y mental, dadas las especiales circunstancias en las que me encuentro.


Jamás podré agradecerle todas las lecciones que me ha dado siempre, sin aspavientos, y con esa humilde normalidad y discreción con la que ha llevado toda su vida.

El trío que hemos formado, Alex, David y yo iniciamos la segunda vuelta al circuito y yo sé que, a partir del kilómetro 13/14 comenzará a complicarse la cosa para mí.

Tras cruzar el Puente de Santa Fe por tercera vez, subimos el repecho que nos va a llevar, de nuevo, a la carretera comarcal A-1232, momento en el que, escuchamos primero y, vemos después las motos que conforman la cabeza de carrera del medio maratón que regresan ya hacia la línea de meta.

Camilo Santiago y Jesús Ángel Olmos lideran la prueba y, se disputarán la victoria en un apretado sprint que dio la victoria al primero con un tiempo de 1h 06' 01", con lo que se convertía, de esta manera, en el primer vencedor de este nuevo circuito del medio maratón, cuarto en sus 28 años de historia.

Es curioso ese contraste, esa sensación de ver, a la cabeza de carrera, de regreso ya "a casa", mientras que, a nosotros, todavía nos quedaban unos nueve kilómetros por delante.

Uno de los atractivos de este nuevo circuito es, el cruzarte prácticamente, durante toda la prueba, con el resto de participantes, bien, aquellos que van por delante o bien, aquellos que van más retrasados.


Estamos llegando, de nuevo, a la Bodega Viñas del Vero y, en el giro de 180º que debemos dar en el interior, siento que me cuesta arrancar y mantener el ritmo para seguir a  Alex y David.

A pesar de que Jerzy, me tienta con una copa de vino blanco bien frío al lado del avituallamiento, que me hubiera encantado tomar y compartir, cojo un botellín de agua del que bebo la mitad y, el resto, me lo derramo por la cabeza.

Atravesamos el arbolado pasillo central de la Bodega Lalanne para encarar, de nuevo la carretera comarcal dirección hacia Barbastro.

Allí , recibo, al igual que hacía siempre los años precedentes en la entrada y salida de Pozán de Vero, los ánimos del bueno de "Richi", algo que siempre le agradezco enormemente.

"Richi" no es corredor, no es socio del club, no es aficionado al atletismo, es un trabajador incansable que siempre está dispuesto a ayudar y que, sin el cual, sería muy difícil sacar adelante, año tras año, una carrera tan compleja como es esta.

Alex nos ofrece, a David y a mí , algún gel o gominola energética. David opta por el gel y yo, por la gominola.

Siento que mi "gasolina" se está acabando, algo que, ya entraba dentro de lo previsto puesto que durante todo el verano no había hecho ninguna tirada superior a los quince kilómetros.

Alex, "Polaco", va muy sobrado, David le puede ir siguiendo el ritmo pero, a mí, me cuesta un poquito más.

De hecho ya hemos comentado que, al salir cada uno de los tres, en diferentes "cajones" de salida, nuestros puestos en meta serán muy dispares a pesar de que, previsiblemente, llegáramos juntos.

Cuando pasamos la, muchas veces salvadora, sobre todo en verano, "fuente de Evaristo", iniciamos la bajada que nos llevará al Puente de Santa Fe y, a encarar los últimos dos kilómetros para la línea de meta.

Allí, en el avituallamiento del puente, vuelvo a coger otro botellín de agua, que casi me bebo entero.

Siento que llevo encendido el "chivato amarillo" de la reserva de combustible en mis piernas.

Cuando pasamos la rotonda del Campo de San Juan y tomamos la Ronda Norte, les conmino para que tiren para adelante porque voy muy justo para seguirles el ritmo y es tontería, que pierdan tiempo por mí, pero no quieren.

Me dicen que, si hemos ido juntos hasta ahí, vamos a llegar juntos a la meta, gesto que les honra sí, pero que, cuando uno sabe de sus limitaciones, no quiere ser una carga ni estorbo.

Giramos a la derecha para tomar la Calle Los Cubos, alcanzar el kilómetro veinte de la prueba e iniciar ya, todo el tramo urbano por la ciudad para llegar a la línea de meta.

Cuando finalizamos la Calle Las Fuentes y giramos hacia el Puente de San Francisco me quedo unos metros de ellos y, les vuelvo a decir que tiren hacia meta que yo, llegaré de igual manera.

Se vuelven a negar y bajan el ritmo para que me vuelva a incorporar, mientras cruzamos la Plaza de la Diputación antes de iniciar la Calle Corona de Aragón.

Ahora ya la tenemos, giramos hacia la izquierda e iniciamos los últimos doscientos metros de la carrera.

Dejamos que pase delante a una chica que nos había acompañado en los últimos dos kilómetros y, atravesamos los tres juntos la línea de meta.

Como había dicho anteriormente a pesar de que, los tres llegamos juntos los tiempos , los puestos fueron muy dispares:

Alex finalizó con un tiempo de 1h 37' 19" en el puesto 73º, David acabó con un tiempo de 1h 39' 50" en el puesto 81º y, el que os escribe, acabó su 20º Medio Maratón Ruta Vino del Somontano consecutivo, y 134º global, en el puesto 84º con un tiempo de 1h 40' 13".


Como se suele decir, "me podía dar con un canto en los dientes" el acabar esta carrera ya que, tan sólo un par de meses atrás dudaba muchísimo de que pudiera correr una distancia superior a los 10 kilómetros.

La pandemia, con sus casi cien días en Estado de Alarma, hicieron mella, principalmente en mi físico.

Los nervios, la tensión, la ansiedad, el mal comer, tarde y mal y el poco o nulo tiempo que tenía para hacer ejercicio físico hicieron que mi peso se disparara casi ocho kilos por encima de lo que estaba acostumbrado.

Una conversación trivial, a finales del mes de junio, con Víctor Castillón nos llevó a hablar del sobrepeso, de los kilos que yo me había echado encima y de una dieta.

Dieta a la que me aferré a los pocos días y, con la que conseguí bajar rápidamente de peso al principio y que hizo que, en dos meses, volviese a estar en los setenta kilos que era, mi peso "original".


Tras la llegada de los últimos corredores acudí a una extraña entrega de premios dadas las especiales circunstancias en la que nos encontramos.

Sin poder entregar los trofeos, ni dar la mano ni besos, y, mantener la distancia física en el homenaje que, en esta edición, el Club Atletismo Barbastro hizo a la doble campeona de España de maratón y olímpica en Pekín 2008, la serrablesa María José Pueyo.

Con este acto se ponía punto y final a una carrera, la primera en ruta que se hacía en nuestra Comunidad Autónoma desde el inicio de la pandemia y que, organizativamente, fue modélica.

Esperemos que, ojalá pronto podamos volver a reunirnos para correr y colocarnos un dorsal.

Esa será la mejor señal de que, esta pesadilla, ha desaparecido.

"En medio de cada dificultad se encuentra la oportunidad."

PD: Como tantas veces, mil gracias a los fotógrafos que nos proporcionan tanto recuerdos. (Manolo, Montse, Antonio, Ángel, Juan......)


















lunes, 17 de febrero de 2020

VOLVIENDO A SENTIRME "YO". LA 133, EN BALAGUER

A veces, las cosas hay que, simplemente, pensarlas y hacerlas.
En una de las escasas salidas a correr, con Ventura,que me permite mi apretada agenda actual, sobretodo entre semana, le comenté que, necesitaba, como el comer, de un objetivo, por pequeño que fuera, que me hiciera volver a sentir "normal".... que me activara.
Así que, tras echarle un vistazo al calendario, laboral y de competición, veo que me podría cuadrar hacer la media maratón de Balaguer.
En un simple y rápido cruce de mensajes lo dejamos "visto para sentencia" y quedamos inscritos.
Tanto la noche del viernes como la del sábado no duermo muy bien y tengo el estómago "raro"...revuelto.
Esto, unido a esos kilos de más que me he echado y que últimamente no salgo a correr lo que querría y debería, hace que me vaya a presentar en la línea de salida con muchas inseguridades en mí mismo.
El domingo amanece soleado en Barbastro y con una previsión de que sea así todo el día y, con una temperatura más que agradable.
Con esa idea, partimos, junto a Ventura, a las ocho y media de la mañana hacia Balaguer, pero, en la recta de las bodegas nos damos de bruces con una niebla, que no nos va a abandonar, ni en todo el trayecto ni en la propia carrera.
La llegada a la capital de la comarca de la Noguera es de lo más rocambolesca.
Nos dirigimos hacia una zona, en la ribera del río Segre, en la que hay situados varios arcos hinchables y carpas de organización, creyendo que, han cambiado de circuito y la salida y llegada será allí.
Cual es nuestra sorpresa, cuando nos dicen que allí, se va a celebrar un cross y nadie sabe nada de una media maratón.
Por un momento, me invade una duda enorme ya que,como llevo tantas cosas en la cabeza y tan variopintas, pienso que quizás me he confundido, he llevado a la confusión a Ventura, y nos hemos equivocado de día.
Por suerte no es así y otros corredores nos indican que la prueba, como en otras ocasiones partirá y llegará en la Plaza del Mercado.
Entre unas cosas y otras, se nos echa, prácticamente, el tiempo encima y, a falta de quince minutos para la salida estamos, en una pastelería, tratando que nos sirvan un café, que debemos ingerir, casi, como si se tratara de un chupito.
Tras los saludos con muchos amigos y compañeros de carreras, nos colocamos en la línea de salida.
A las diez y media, tras una cuenta atrás vocal comenzamos.
Mi única intención, como vengo diciendo, y siendo consecuente con mi limitado estado de forma actual es, acabarla sin grandes sufrimientos, con eso, me daré por más que satisfecho.
Lejos quedan aquellas medias en las que salía, a mi nivel, con el "cuchillo entre los dientes" para bajar de 1h 30'.
Las salidas siempre son engañosas, y uno, dejándose llevar por la excitación del momento, arranca mucho más rápido de lo que debería.
Esta vez, tengo algo de cabeza y me mantengo junto a Ventura, que va a hacer la prueba de diez kilómetros, tratando de olvidarme de lo que pase a mi alrededor e intentando no dejarme llevar por aquellos que nos adelantan.
Los tres primeros kilómetros son, por el interior de la ciudad, y en un perfil bastante llano.
A la altura del kilómetro dos, llega a nuestra altura, José Antonio, el tercero de los barbastrenses que ha bajado hasta tierras leridanas.
Nos comenta que está preparando la maratón de Zaragoza y que quiere hacer sobre 1h 50', y eso que, todavía, ni  nos alcanzado el guía de la "horacuarenta".
Salimos ya de Balaguer con una primera subida que estira el grupo.
Ventura se descuelga, José Antonio se adelanta y yo, me quedo en tierra de nadie.
Una vez finalizada, acelero un poco para ponerme a la altura de mi compañero del Club y, tratar de ir juntos.
Vamos a llegar a la localidad de Gerb, sobre el kilómetro seis, donde está ubicado el primer punto de avituallamiento del recorrido.
Aquí va a llegar un momento desafortunado para mí, y que no había vivido nunca.
Llegando a las mesas donde se hayan ubicadas las bebidas, una chica tropieza y cae al suelo.
Yo, hago por esquivarla, con tan mala fortuna, de que otro corredor me trastabilla por detrás y me hace caer al suelo también, sin soltar el botellín de agua que acababa de recoger.
Me levanto, con la ayuda del mismo corredor que me hizo caer.
Enseguida veo que sólo llevo una raspadura en la rodilla izquierda y algún arañazo en codo y manos, nada grave, a priori.
Continúo la carrera junto a José Antonio y siento que voy muy cómodo, ya que, soy capaz de llevar una conversación fluida durante todo el rato.
Llegamos hasta  el espectacular embalse de Sant Llorenç de Mongai (Reserva Natural de fauna salvaje), previo a la población que lleva su nombre, al segundo avituallamiento y al giro de 180º , en el kilómetro 11,5, que nos dirigirá hacia los últimos diez kilómetros hasta la línea de meta.
Ahora, nos agrupamos unos seis/siete corredores alrededor del práctico de 1h 40, lo que nos hace ir, protegidos y muy cómodos los siguientes kilómetros.
Así hasta que llegamos al kilómetro dieciséis y medio e iniciamos la subida, de nuevo, hacia Gerb.
Siento que mis piernas empiezan a ir justas y mis "depósitos" internos se están quedando vacíos.
Resisto junto a José Antonio toda la subida y trato de coger aire cuando la acabamos, aunque el grupo se ha roto y nos hemos quedado cuatro corredores.
Viene un kilómetro y medio, más o menos de llano/bajada que sirve para recomponernos un poco e iniciar, en el 19, otro repecho, el penúltimo de la carrera.
Toca sufrir, coronar y volver a coger aire, para encarar la última subida de la carrera, que nos llevará hasta la rotonda de entrada a Balaguer, al lado del Convento de Santa Clara, ya en el kilómetro 20.
Ahora viene todo el terreno favorable, en bajada y llano, a las faldas del Castillo de Formós en dirección al casco antiguo de la ciudad.
Los últimos quinientos metros de carrera son un recorrido por las estrechas calles del casco, antes de entrar en la Plaza del Mercado.
Invito al corredor que nos acompañaba (con el que me tropecé en la caída), a que se adelante en meta y, con José Antonio, entramos juntos en meta.
Para mi sorpresa, y alegría, porque no me lo esperaba, finalizo mi 133 media maratón con un tiempo de 1h 37' 48", a una media de 4'39", impensable unas horas antes cuando me despertaba con unas, muy malas, sensaciones en el cuerpo.
Uno se sorprende de lo que el cuerpo humano puede llegar a dar de sí.
Hoy, volví a sentir mi "verdadero yo", ese, del que me niego a abandonar y olvidar.

"Ser uno mismo, en un mundo que constantemente trata de que no lo seas, es el mayor de logros" .-Ralph Waldo Emerson.